sábado, 7 de mayo de 2011

El asesinato de Osama Bin Laden

REFLEXIONES DE FIDEL


La Habana, 5 may (AIN) Los que se ocupan de estos temas conocen que, el 11 de septiembre de 2001, nuestro pueblo se solidarizó con el de Estados Unidos y brindó la modesta cooperación que en el campo de la salud podíamos ofrecer a las víctimas del brutal atentado a las Torres Gemelas de Nueva York.


Ofrecimos también de inmediato las pistas aéreas de nuestro país para los aviones norteamericanos que no tuvieran dónde aterrizar, dado el caos reinante en las primeras horas después de aquel golpe.



Es conocida la posición histórica de la Revolución Cubana que se opuso siempre a las acciones que pusieran en peligro la vida de civiles.



Partidarios decididos de la lucha armada contra la tiranía batistiana; éramos, en cambio, opuestos por principios a todo acto terrorista que condujera a la muerte de personas inocentes. Tal conducta, mantenida a lo largo de más de medio siglo, nos otorga el derecho a expresar un punto de vista sobre el delicado tema.



En acto público masivo efectuado en la Ciudad Deportiva expresé aquel día la convicción de que el terrorismo internacional jamás se resolvería mediante la violencia y la guerra. Fue por cierto, durante años, amigo de Estados Unidos que lo entrenó militarmente, y adversario de la URSS y del socialismo, pero cualquiera que fuesen los actos atribuidos a Bin Laden, el asesinato de un ser humano desarmado y rodeado de familiares constituye un hecho aborrecible.



Aparentemente eso es lo que hizo el gobierno de la nación más poderosa que existió nunca.


El discurso elaborado con esmero por Obama para anunciar la muerte de Bin Laden afirma: "¼ sabemos que las peores imágenes son aquellas que fueron invisibles para el mundo.


El asiento vacío en la mesa. Los niños que se vieron forzados a crecer sin su madre o su padre. Los padres que nunca volverán a sentir el abrazo de un hijo. Cerca de 3 000 ciudadanos se marcharon lejos de nosotros, dejando un enorme agujero en nuestros corazones. "Ese párrafo encierra una dramática verdad, pero no puede impedir que las personas honestas recuerden las guerras injustas desatadas por Estados Unidos en Iraq y Afganistán, a los cientos de miles de niños que se vieron forzados a crecer sin su madre o su padre y a los padres que nunca volverían a sentir el abrazo de un hijo. Millones de ciudadanos se marcharon lejos de sus pueblos en Iraq, Afganistán, Vietnam, Laos, Cambodia, Cuba y otros muchos países del mundo.



De la mente de cientos de millones de personas no se han borrado tampoco las horribles imágenes de seres humanos que en Guantánamo, territorio ocupado de Cuba, desfilan silenciosamente sometidos durante meses e incluso años a insufribles y enloquecedoras torturas; son personas secuestradas y transportadas a cárceles secretas con la complicidad hipócrita de sociedades supuestamente civilizadas.


Obama no tiene forma de ocultar que Osama fue ejecutado en presencia de sus hijos y esposas, ahora en poder de las autoridades de Pakistán, un país musulmán de casi 200 millones de habitantes, cuyas leyes han sido violadas, su dignidad nacional ofendida, y sus tradiciones religiosas ultrajadas.


¿Cómo impedirá ahora que las mujeres y los hijos de la persona ejecutada sin Ley ni juicio expliquen lo ocurrido, y las imágenes sean transmitidas al mundo?


El 28 de enero de 2002, el periodista de la CBS Dan Rather, difundió por esa emisora de televisión que el 10 de septiembre de 2001, un día antes de los atentados al World Trade Center y al Pentágono, Osama Bin Laden fue sometido a una diálisis del riñón en un hospital militar de Pakistán. No estaba en condiciones de ocultarse y protegerse en profundas cavernas.


Asesinarlo y enviarlo a las profundidades del mar demuestra temor e inseguridad, lo convierten en un personaje mucho más peligroso.


La propia opinión pública de Estados Unidos, después de la euforia inicial, terminará criticando los métodos que, lejos de proteger a los ciudadanos, terminan multiplicando los sentimientos de odio y venganza contra ellos.


Fidel Castro RuzMayo 4 de 20118 y 34 p.m

miércoles, 4 de mayo de 2011

LA MAGIA DE LA LECHOZA



SANTO DOMINGO. Es una sospechosa conocida en el carrito del "Súper" o en cualquier esquina de la ciudad. La lechosa la tenemos durante todo el año, alegrándonos la vida en una rica batida "K" y facilitándonos algunos momentos íntimos de esos que nadie puede hacer por nosotros.



Posiblemente no sepa que además de favorecer la digestión, la lechosa, o papaya como se le conoce en casi todo el resto del mundo, es un potente antioxidante que ayuda al organismo a defenderse contra el efecto envejecedor de los radicales libres y a prevenir, por tanto, las enfermedades degenerativas.


Destaca por su riqueza en vitamina C (de hecho tiene 10 veces más que la naranja y cinco veces más que el kiwi), y por sus abundantes betacarotenos, por lo que resulta una excelente fruta antiedad llena de antioxidantes. También contiene calcio, potasio y vitaminas A, E, B1, B6 y folato.


"Carica papaya" es el nombre científico de la doméstica y humilde lechosa, perteneciente a la familia de las caricáceas y originaria de los trópicos americanos, especialmente en la cuenca amazónica, el Caribe y Centroamérica. Actualmente se cultiva en los climas tropicales de todo el mundo y posiblemente la gente no conozca que es un verdadero tesoro que puede disfrutar crudo, batido, en dulces, almíbares y deshidratadas; pero también sus semillas para combatir los parásitos intestinales (sobre todo la ameba) y hasta la cáscara, para ablandar las carnes más recalcitrantes…


Contra el Parkinson:

En los últimos años la lechosa se hizo muy popular como remedio papal. El científico Luc Montagnier, conocido por ser co-descubridor del virus del Sida, le recomendó al ahora beato Juan Pablo II, seguir un tratamiento con extracto de papaya fermentada para aliviar los síntomas del Parkinson que sufría en los últimos años de su pontificado. En ese caso, eran los antioxidantes abundantes en la lechosa los que ejercían el efecto curativo. Lo que buscaba Montagnier era contrarrestar la oxidación de las proteínas cerebrales añadiendo antioxidantes a la dieta del papa a través de la papaya fermentada.


Efectivamente, la lechosa es muy rica en antioxidantes -vitaminas A y C - y por ello resulta muy recomendada para prevenir el efecto del envejecimiento prematuro, el deterioro mental, el cáncer y otros problemas degenerativos.


Si tuviéramos que resumir, la lechosa resulta especialmente indicada para problemas digestivos crónicos como la gastritis, gastroenteritis, colitis, estreñimiento, colon irritable y para prevenir enfermedades degenerativas mentales y físicas. También puede ahorrarle un par de años antes de visitar al cirujano plástico.


¡Ya la está mirando con otros ojos, verdad? ¿Qué tal una batida de lechosa para la cena?
Variedad y sustancias

Aunque se conocen un poco más de 50 variedades, las tres más frecuente en el mercado son:
• Golden: pequeñas, de poco más de 1 libra
• Hawaianas, con forma de bombillo y excelente sabor
• Papayón: la lechosa grande, desde 2 libras hasta 10, forma cilíndrica y pulpa rojiza.


Hay dos sustancias que hacen la lechosa una fruta especial:

Papaína: es una enzima que tenemos de forma natural en nuestro jugo gástrico; ayuda a digerir las proteínas y a equilibrar el vaciado gástrico durante la digestión, evitando la acidez y la acumulación de tóxinas, resultando un potente antiinflamatorio.

Carpaína: un alcaloide, que unido a la papaína, actúa sobre el líquido biliar, facilitando la digestión de carnes y otras comidas pesadas, mejorando el proceso de digestión.

lunes, 25 de abril de 2011

SE NOS FUE VILLEGAS




Y QUEDA ENTRE NOSOTROS EL POETA

Me dijo el poeta Nino Feliz que Víctor Villegas se nos va, y yo que cruzo las líneas del tiempo me niego a creer que el hijo del ecualido se marche, su verso libre y construido es a prueba de fuego y del tiempo, aquí se queda.

Me niego a ir allí a Blandino para verte tendido con tu silencio insospechado, Maestro como te conozco eres capaz de levantarte y susurrarme tu último verso del tiempo inexistente.

No iré al final de tus días porque prefiero conservar aquella voz traviesa de Cacibajagua, donde todos reíamos contigo y celebramos cada ocurrencia y bebíamos de tu fuente inagotable de cultura universal; allí blandía tu verbo como espada justiciera.

A despedirte de esa manera no voy, es como si quisiera olvidar toda tu bondad, eso jamás, aquí me quedo en silencio recordando tus quimeras del mundo distinto y mejor, cuando nos Sorprendía cada lunes con metáforas nuevas y destilaba tu mirada en cada cacibajaguero que atento y boca abierta bebíamos de ti el néctar coloquial del verso discurso o el discurso verso que convocaba desde la morada del pincel a colores, todos atentos a tu verbo sin igual.

Poeta, perdóname la ausencia a tu altar singular de la despedida dolorosa, mas quiero tenerte en la alegría villeguiana que nos diste como una pintura enmarcada en la cultura, y Cacibajagua llorará tu viaje al infinito.

Contigo, hoy, siembran un trozo de la poesía verdadera y nacerán decenas de poetas...

Y ésta patria nuestra, de dolores, de colores, ésta tuya y mía, que abrazamos con fervor duartiano, sabrá escribir tu nombre y honrar tu ejemplo honrado. Aquí me quedo, poeta, en el silencio de la soledad que abrazo para no verte en tu marcha feliz y necesaria, pero así te conservo en la alegría, el cuento y la poesía desnuda, penetrante y a prueba del tiempo. Vivirás, Poeta, vivirás!!

miércoles, 23 de marzo de 2011

DUARTE, PADRE DE LA PATRIA



Por Alfonso Torres Ulloa

La proclamación de Juan Pablo Duarte como Padre de la Patria si bien es cierto que la formaliza Ulises Heureaux, junto a Francisco del Rosario Sánchez y Matías Ramón Mella, en un momento de forcejeo en la primacía patricia por parte de familiares de Sánchez, partidarios de Mella y el peso del nombre de Juan Pablo Duarte. Ulises Heureaux resolvió la cuestión de un plumazo, con un decreto.

Este ha sido un tema discutido por más de cien años, quedando claro que hay una supremacía en la figura de Juan Pablo Duarte, por lo que se asume en la cotidianidad a Duarte como el Padre de la Patria. Es un tema que no he querido abordar porque eso no contribuye a la labor que realizo de difundir el pensamiento del patricio en aras de articular una corriente política nacional empeñada en restaurar la patria o fundar una nueva democracia participativa y fortalecer los valores y sentimientos patrios.

El paso del tiempo ha abonado la figura de Duarte, como debe ser, por encima de todo y de ambos, pues su labor en aras de la creación de la República no admite discusión y desde el mismo momento de la proclamación de ella el nombre de Juan Pablo Duarte suena y resuena como Padre de la Patria.

Tan pronto es proclamada la Independencia de la República, la Junta Central Gubernativa ordena ir a recoger a Juan Pablo Duarte en el Buque Eleonora, comisionando para ello al Coronel Juan Nepomuceno Ravelo Reyes, mediante carta fechada el dos de marzo del año 1844, la que textualmente dice: Dios, Patria y Libertad, República Dominicana, La Junta Central Gubernativa de la República, A nuestros compatriotas Juan Pablo Duarte, Pedro Pina y Juan Isidro Pérez, Santo Domingo, Marzo 2 de 1844 y 1ro. de la Patria. Compañeros: el 27 de febrero último llevamos al cabo nuestros proyectos. Triunfó la causa de nuestra Separación, con la capitulación Desgrotte, con todo su Distrito. Azua y Santiago deben a esta hora haberse pronunciado. El amigo Ravelo, portador de la presente, les dará amplios detalles de lo sucedido, y les informará de lo necesario que es el armamento y los pertrechos, embarcándolo y que sean tan pronto como sea posible, para tener el honor y el imponderable gusto de abrazarnos…”.

El Buque Eleonora lo recoge el día 6 de marzo, saliendo de Curacao (Curazao) dos días después, con los armamentos y los pertrechos que pudieron conseguir; llegan a Santo Domingo el 14 de marzo a las doce de la noche, pero no pudieron desembarcar, pues la Junta Central Gubernativa quiso recibirlo con los honores correspondientes; al amanecer del día 15, a las siete de la mañana, una comisión de la Junta con las tropas, el Sr. Arzobispo Tomás de Portes, entre otros, bajaron al muelle a recibirlos; al bajar Duarte a tierra, el Arzobispo es el primero en abrazarlo diciéndole “Salve al padre de la patria”, al poner los pies en tierra el cañón de la Fortaleza lo saludaba con los tiros de ordenanza. Al llegar a la Plaza de Armas el pueblo y el Ejército le proclaman General en Jefe de los Ejércitos de la República.

Es en ese momento, con apenas 31 años de edad, cuando Duarte es proclamado por primera vez Padre de la Patria. Y sin embargo eso no lo envanece, al contrario su humildad crece.

Los apóstoles están por encima de la vanidad material y del poder, marcan sus pasos fuera de la temporalidad. Son seres escasamente comprendidos en su tiempo; el ser humano está hecho de la ambición desmedida y cuando aparece un ser extraordinario cada cien años en la vida de un pueblo que no presenta esas características “normales” de la ambición por la riqueza y el poder es visto como un ser raro y atípico.

Cuando el Padre de la Patria es expulsado de la nación por traidor y ambicioso entró definitivamente al paraíso de la inmortalidad y consagró su apostolado, de ahí que cuando en el año de 1848 el Presidente Jiménez declara la amnistía a favor de los trinitarios para que retornen a la patria, todos regresan, menos Duarte.

Juan Pablo era consciente del momento que vivía la nación; el no había vivido para acaudillarla, sino para servirla. Tuvo claro que si retornaba el pueblo se dividiría en dos bandos, lo que sería fatal para la pervivencia de la República, la que todavía era acechada por Haití para ocuparla de nuevo. Y se requería de la unidad interna para resistir futuras incursiones militares de Haití, lo que ciertamente ocurrió.

Duarte fue tan previsor que los que retornaron se dividieron y los que siguieron leales al patricio tuvieron que tomar de nuevo el camino del exilio. De ahí que Matías Ramón Mella y Tejera pasan al bando de Pedro Santana y Francisco del Rosario Sánchez, Félix María Del Monte, Jacinto de la Concha, Pedro A. Bobea y Juan Evangelista Jiménes al bando de Buenaventura Báez. Mientras tanto Pedro Alejandrino Pina, Félix María Ruiz y José María Serra abandonan el país por negarse a colaborar con los bandos antinacionales.

En ese interregno Tomás de la Concha fue fusilado por Santana, mientras que a Juan Isidro Pérez, a quien se le había extraviado la memoria en el tormentoso exilio, por órdenes de Manuel Joaquín Delmonte fue encerrado en una celda del hospital militar junto a un loco furioso de nombre Hilario Girón, quien lo masacró dejándolo manco. Esa es la historia de la cuna de la patria.

En carta de Juan Isidro Pérez a Duarte, en fecha 25 de diciembre del año 1845, desde Cumaná, éste le dice: “Sí, Juan Pablo, la historia dirá que fuiste el Mentor de la juventud contemporánea de la patria; que conspírate, a la par de sus padres, por la perfección moral de toda ella; la historia dirá que fuiste el Apóstol de la Libertad e Independencia de tu Patria”.

El 11 de abril del año 1865, Félix María Del Monte, desde Puerto Rico, contestando una carta de Duarte de fecha 18 de marzo del mismo año, le dice, entre otras cosas: “Tu carta me consuela; es un bálsamo para mi corazón lacerado. Veo en ella destacarse de relieve la gran figura del amigo y compañero de mis primeros años. Me revelas en ella la magnánima generosidad del verdadero patriota, la abnegación del héroe, la fe del mártir…”, para más adelante agregar: “Nuestro digno amigo y compañero Sánchez que tan cordial y entusiásticamente te amaba, murió con la esperanza de reunirse a ti en la eternidad, y yo tengo la dicha de volver a hallarte en el tiempo: aquél terminó ya su gloriosa misión; la nuestra está incompleta. ¿Por qué no estás en el Cibao? Lo comprendo con dolor, aunque nada me dices. Ninguna gloria verdadera se excluye; porque sólo pueden existir rivalidades entre medianías ambiciosas. ¿Es que no hay espacio para el Padre de la Patria y para su Protomártir al mismo tiempo?

Cuando recorremos las páginas de la historia nos encontramos que el clamor se generaliza en torno a la figura de Duarte como el primero entre iguales, es la cima de la virtud patriótica, de ahí que el generalísimo Máximo Gómez Báez en carta que dirige a José Martí, Director del Periódico Patria y que se publica en el mismo el 17 de abril del 1894, dice: “Todos los pueblos de América libre tienen simbolizado en un nombre los esfuerzos, la abnegación y los sacrificios que les costó su emancipación, de la metrópoli europea a que estuvieron mucho tiempo sometidos. Washington simboliza la independencia de la república del Norte, el Cura Hidalgo simboliza la independencia de México, Bolívar y San Martín la de las repúblicas hispanoamericanas del sur. En todos esos países se han alzado monumentos a eternizar el recuerdo de sus libertadores, como tributo de justicia que se les debe. Por eso hoy la República Dominicana se propone pagar la deuda de gratitud que tiene contraída con el benemérito patricio que fundó su nacionalidad, y ha resuelto erigir una estatua que perpetue el nombre de Juan Pablo Duarte”.

Y luego José Martí, al contestar la misiva de Gómez el 17 de abril del 1894, dice: “Y Patria, General, que en el valor de los hombres y en la lealtad de las mujeres ve erguida para siempre en la conciencia dominicana, por sobre tránsitos y apariencias, la vigilancia indómita con que alzó a su pueblo caído el fundador Duarte”.

“Patria, que la contempla aún, creador sagaz, iluminar con la palabra ardiente, acusada de ilusa y demagógica, a la juventud que en las humildades de ¨La Trinitaria¨aprendió de él a desoír el vil consejo de la soberbia acomodada…”.

“Patria, que lo ve urdir, con el poder de su consejo, -y sin más brazos que la idea, madre de brazos,- la rebelión que, de una pechada de héroes, echó atrás al haitiano, tan grande cuando defendía su libertad como culpable cuando oprimía la ajena”.

Es así como nos encontramos con la raíz nacional del patriotismo y la esencia pura de la nacionalidad; y nos confirmamos en la creencia y la convicción de que el ilustre Juan Pablo Duarte es el Padre de la Patria, único e indiscutible.

miércoles, 9 de marzo de 2011

lunes, 7 de marzo de 2011

martes, 22 de febrero de 2011

Ideario de Fe en Juan Pablo Duarte



Por Alfonso Torres Ulloa

Conocemos que Duarte fue un hombre de fe, pero no hemos ahondado en ese pensamiento; en mi libro Duarte desde La Palabra abordo el tema a profundidad y ordené todo el ideario de Fe del patricio, por lo que ahora se lo entrego a los amables lectores para que hagan por si mismos el análisis de tan trascendental ideario.
Y quienes tenga el interés de ahondar en el mismo los invito a consultar mi libro "DUARTE DESDE LA PALABRA"
1.- En el nombre de la Santísima, Augustísima e Indivisible Trinidad de Dios Omnipotente, juro y prometo, por mi honor y mi conciencia, en manos de nuestro presidente señor Juan Pablo Duarte, cooperar con mi persona, vida y bienes habidos y por haber, a la Separación definitiva del gobierno haitiano y a implantar una República libre y soberana e independiente de toda dominación extranjera, que se denominará República Dominicana, la cual tendrá su pabellón tricolor, en cuartos encarnados y azules, atravesado con una cruz blanca; la República establecerá su correspondiente escudo de armas. Mientras tanto seremos reconocidos los Trinitarios, con las palabras sacramentales: "Dios, Patria y Libertad". Así lo ratifico y prometo ante Dios y ante el mundo. Si tal hago, Dios me proteja, y de no, me lo tome en cuenta, y mis consocios me castiguen el perjurio y la traición, si los vendo.

2.- Dios ha de concederme bastante fortaleza para no descender a la tumba sin dejar mi Patria libre, independiente y triunfante.
3.- Los providencialistas son los que salvarán la Patria del infierno a que la tienen condenada los ateos, cosmopolitas y orcopolitas.
4.- El buen dominicano tiene hambre y sed de justicia ha largo tiempo, y si el mundo se la negase, Dios que es la Suma Bondad, sabrá hacérsela cumplida y no muy dilatado; entonces, ¡ay! de los que tuvieron oídos para oír y no oyeron, de los que tuvieron ojos para ver y no vieron.... ¡la Eternidad de nuestra idea! Porque ellos habrán de oír y habrán de ver entonces lo que no hubieran querido oír ni ver jamás.
5. Trabajemos, trabajemos sin descansar, no hay que perder la fe en Dios, en la Justicia de nuestra causa y en nuestros propios brazos.
6. ¿Tienes amigos? Prepáralos, porque los días se acercan; procura que no se descarríen, pues va a sonar la hora de anularse para siempre, la hora tremenda del juicio de Dios, y el Providencial no será vengativo, pero sí justiciero.
7.- Sed justos lo primero, si queréis ser felices, ese es el primer deber del hombre; sed unidos, así apagareis la tea de la discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices, independientes y tranquilos.
8. No somos más que unos ambiciosos que independizamos nuestro pueblo por ambición y no tuvimos talento para hacer nuestra la riqueza ajena; mientras que ellos (los orcopolitas), son los hombres honrados y virtuosos, pues han tenido la habilidad de hacerlo todo, hasta llamar al extranjero; muestra inequívoca de lo muy amados que serán por la justicia con que han procedido y procederán para con Dios y la Patria y la Libertad del Dominicano.
9. Ningún poder de la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco.
10. La religión predominante en el Estado deberá ser siempre la católica, Apostólica, sin perjuicio de la libertad de conciencia y tolerancia de cultos y de sociedades no contrarias a la moral pública y caridad evangélica.
11. Sonó la hora de la gran traición..., y sonó también para mí la hora de la vuelta a la Patria: el Señor allanó mis caminos...
12. No he dejado ni dejaré de trabajar a favor de nuestra santa causa haciendo por ella, como siempre, más de lo que puedo; y si no he hecho hasta ahora todo lo que debo y he querido, quiero y querré hacer siempre en su obsequio, es porque nunca falta quien desbarate con los pies lo que yo hago con las manos.
13. Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre víctimas de sus maquinaciones.
14. Ahora bien, si me pronuncié dominicano independiente. Desde el 16 de julio de 1838, cuando los nombres de Patria, Libertad, Honor Nacional se hallaban proscritos como palabras infames, y por ello merecí, en el año de 1843, ser perseguido a muerte por esa fracción haitiana, y por Riviére que la protegía, y a quien engañaron; si después, en el año de 1844 me pronuncié contra el Protectorado francés, decidido por esos facciosos, y cesión a esta Potencia de la Península de Samaná, mereciendo por ello todos los males que sobre mí han llovido; si después de veinte años de ausencia he vuelto espontáneamente a mi Patria a protestar con armas en la mano contra la anexión a España llevada a cabo a despecho del voto nacional por la superchería de ese bando traidor y parricida, no es de esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan sólo contra la anexión de mi Patria a los Estados Unidos, sino a cualquiera otra potencia de la tierra, y al mismo tiempo contra cualquier tratado que tienda a cercenar nuestro territorio o cualquier de los derechos del Pueblo Dominicano.
15. Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre.
16. El amor a la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera; necesario es cumplirlos, o renunciar a la idea de aparecer ante el tribunal de la Historia con el honor de hombres libres, fieles y perseverantes.
17. Sensible a la honra que acabareis de hacerme, dispensándome vuestros sufragios para la primera Magistratura del Estado, nada me será más lisonjero que saber corresponder a ella llenando el hueco de vuestras esperanzas, no por la gloria que de ello resultaría, sino por la satisfacción de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión y armonía llenar vuestros destinos, cumpliendo religiosamente los deberes que habéis contraído para con DIOS, para con la PATRIA, para con la LIBERTAD y para con vosotros mismos.
18. La política no es una especulación; es una Ciencia la más pura y la más diga, después de la Filosofía de ocupar las inteligencias nobles.
19.- Lo poco o mucho que hemos podido hacer o hiciéramos aún en obsequio de una patria que nos es tan cara, y tan digna de mejor suerte, no dejará de tener imitadores y este consuelo nos acompañará a la tumba.

20.- Seguid, jóvenes amigos, dulce esperanza de la patria mía, seguid con tesón y ardor en la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración política, de nuestra independencia nacional, única garantía de las libertades patrias.

21.- Quisqueyanos, sonó ya la hora de vengar tantos siglos de ultraje, y el que a Dios y a su patria desdora que en oprobio y baldón se amortaje.

22.- No es la cruz el signo del padecimiento: es el símbolo de la redención.

23.- Por la patria es honroso morir.
Del inicuo en el alma no cabe
Por la patria el aliento rendir
Pero el hombre virtuoso bien sabe
Que por ella es honroso morir!