lunes, 15 de junio de 2009

JUVENTUD DIVINO TESORO

Me inclino ante esa juventud que lucha, que sueña y que ama
Luis Carvajal


Estábamos a mitad de la exposición.

Recuerdo que Domingo Abreu explicaba en ese momento el porqué de la extraña topografía de la formación kárstica de Los Haitises cuando la directora del CURHAMA se me acercó y me preguntó si venía alguien más con nosotros ya que había recibido noticias de un grave accidente en la entrada de Hato Mayor y que algunas personas que participarían en el encuentro sufrieron heridas significativas.

En lo que logramos confirmar la noticia terminamos de manera apresurada las explicaciones sobre la importancia de Los Haitises y la necesidad de que el país imponga el sano juicio que han perdido las autoridades del Gobierno Central.

Un público diverso y entusiasta que incluía funcionarios civiles y militares, profesores universitarios y profesionales, estudiantes y trabajadores, activistas ambientales y gentes del pueblo compartía la preocupación mientras expresaba solidaridad con la lucha y proponía nuevas formas de expresar su inconformidad y de aportar al esfuerzo nacional por salvar Los Haitises.

Al recibir la infausta noticia de que los compañeros se hallaban en un hospital de San Pedro de Macorís interrumpimos la actividad y nos dirigimos inmediatamente hacia allá con el corazón partido por el dolor, angustiados y con el profundo deseo de que se tratase de algo leve.
Al llegar los encontramos en un estado realmente lamentable.

Los médicos nos advirtieron que debíamos trasladarlos inmediatamente hacia Santo Domingo ya que en el centro de salud en que los atendieron no tenían las condiciones para atenderles.
Pero lo que motiva estas líneas son las palabras con las que los compañeros heridos y profundamente adoloridos nos recibieron.

“Hay que fortalecer el campamento en Gonzalo”, dijo Galván mientras recibía los primeros auxilios.

“No pierdan un minuto en esta lucha, que esto que nos pasó no desanime a nadie, la lucha sigue con más animo y fuerza”, dijo Ivette entre los lamentos y quejidos por los intensos dolores que sus múltiples fracturas y traumas generaban en su joven anatomía.

Franiel Genao, Francisco Tavárez y Kevin Ceballos cada uno se refirió a los demás, se preocupó por el estado de los otros y ofrecieron un ejemplo tan cálido de solidaridad, entrega y amor que sentí que una causa motorizada por sentimientos tan puros no podía fracasar.

Los cinco traumados, adoloridos, ensangrentados aún y en medio de la incertidumbre pedían que atendieran primero a los otros, que no abandonáramos el campamento, que no alarmásemos a sus compañeros y familiares, que reforzáramos tal o cual argumento.

El viernes 12, mientras trasladábamos hacia la Plaza de la Salud a aquellos jóvenes que han revivido la esperanza y la fe; que han tomado en sus manos las banderas y los sueños de junio y de abril y de febrero pensé en los que hoy no están por que nos lo quitaron para siempre o porque para siempre renegaron.

Supe en ese momento, y lo proclamo, que estos jóvenes que han sacudido a una sociedad sin esperanzas construirán a su modo y con la audacia y creatividad que impulsa su rebeldía una patria nueva, justa y solidaria.

Los he visto a lo ancho, lo largo y lo profundo del país reclamando justicia, condenando la impunidad y el crimen, denunciando el abuso y la corrupción, exigiendo y dispuestos a construir una nueva sociedad.

Me he sentido desafiado por la exquisita insolencia y la irreverencia sacrílega y tiernamente profana con que han enfrentado la ineficiencia de las prácticas y discursos que sustentan nuestras luchas.

La revolución requiere creatividad, sangre nueva, nuevas formas de lucha y nuevas rebeldías incorporadas a las rebeldías acumuladas.

La nueva sociedad debe asumir todas las aspiraciones reivindicativas acumuladas en el seno de esta sociedad permeada por la desigualdad, los prejuicios, la hipocresía, la negación de derechos reales y la imposición de falsos deberes.

Gracias a estos aguerridos y tiernos insolentes estoy convencido que no podrán imponer una cementera en la región Kárstica de Los Haitises.

Gracias a ellos se que este 14 de junio de 2009 es la continuación de aquel que para muchos es solo fecha de discursos y poses.

Me inclino ante esa juventud que lucha, que sueña y que ama,

Para que siempre haya patria.

Luis Carvajal