Padrenuestro
Padre nuestro que estás en el cielo y eres nuestra Madre en la Tierra, amorosa orgía trinitaria, creador de la aurora boreal y de los ojos enamorados que enternecen el corazón.
Señor contrario al moralismo desencarnado y guía del camino peregrino de las hormigas de mi jardín. Santificado sea tu nombre grabado en los girasoles de inmensos ojos dorados, en el enlace del abrazo y en la sonrisa cómplice, en las partículas elementales y en la candidez de la abuela al servir la sopa.
Venga a nosotros tu Reino para saciarnos el hambre de belleza y sembrar reparto donde hay acumulación, alegría donde reina el dolor, sabor a fiesta donde campea la desolación.
Que se haga tu voluntad en las sendas desnortadas de nuestros pasos, en los ríos profundos de nuestras intuiciones, en el suave vuelo de las garzas y en el beso voraz de los amantes, en la respiración atosigada de los afligidos y en la furia de los vientos convertidos en huracanes.