martes, 26 de enero de 2010

ALFONSO TORRES ULLOA DISERTA EN EL LICEO DE YAGUATE


JUVENTUD CARIBE ORGANIZA CONFERENCIA EL DIA DE DUARTE

Con el tema DUARTE Y LA JUVENTUD, se organizó una actividad con los estudiantes del Liceo Ana Liliams Miranda, de la comunidad de Yaguate.

Alrededor de 300 estudiantes, bien disciplinados se dieron cita en el salón de actos del liceo para escuchar muy atentamente al conferencista Alfonso Torres Ulloa; previo a la conferencia profesores, autoridades educativas y estudiantes realizaron una ofrenda floral en el busto del Padre de la Patria en el Parque Juan Pablo Duarte, del Municipio de Yaguate.


Al final del acto Alfonso Torres Ulloa donó sus libros a la Biblioteca del Liceo, entre ellos dos poemarios y tres libros de Duarte. Una actividad trascendente, pues recibir la atención disciplinada y entusiasta de 300 jóvenes es de mucha significación.


Los jóvenes se interesaron por el tema y la conferencia e hicieron muchas preguntas al final de la misma.

Manuel Gil se encargó de hacer las fotos de la actividad y Luz Eneida Mejía ayudó en la coordinación; la delegada de Juventud Caribe en Yaguate hizo la presentación del conferencista, mientras que el director del plantel clausuró la actividad.

La profesora encargada de Sociales hizo la introducción de la conferencia y se acordó seguir trabajando tanto el tema de Duarte como otros de carácter cultural.

Dejamos un resumen de la intervención de Alfonso Torres Ulloa:

DUARTE Y LA JUVENTUD


Las fotos que circulan de Juan Pablo Duarte son las de la ancianidad y es la imagen que se tiene; así la juventud lo recuerda o lo asume como un abuelo, y hasta como un hombre que no refleja o no expresa sus intereses.

Y por tanto la imagen que tenemos grabada de él refleja el abuelo eterno, detalle en el que no reparamos porque se piensa que el patriotismo entra en la conciencia ciudadana de manera espontánea, y no es así. Las ideas hay que trabajarlas, el patriotismo en tanto valor intangible debe ser trabajado desde las ideas y las imágenes, los símbolos y la espiritualidad.

Hay que pensar en Duarte eternamente joven y así trabajar la conciencia de los niños y los jóvenes, en aras del futuro permanente de la patria. Es labor cotidiana y siempre, en la eternidad de las ideas y de los valores patrios.

Juan Pablo Duarte fue niño, y lo fue disciplinado y estudioso; inquieto y amoroso. Como todo niño correteaba en Santa Bárbara, iba a su iglesia, fue monaguillo, se aprendió el catecismo de memoria, respetuoso de los mayores; sobre todo siendo apenas un adolescente ya pensaba en los asuntos serios de la patria.


Cuando tuvo que salir del país en junio del año 1829 apenas había cumplido los dieciséis años y es famosa la anécdota de su conversación con el Capitán del barco, quien le dijo que no tenía patria ni nombre y que besaba los pies de sus antiguos esclavos, refiriéndose al dominio del país por parte de Haití. Y que ahí mismo se juró retornar para liberar su amada patria.

Duarte, se afirma, que dijo: Tenemos nombre y somos dignos de llevarlo, somos dominicanos.

Cuando retorna a la patria en el año de 1832 no cumplía los veinte años y asume enseguida los trabajos políticos organizativos que han de llevarlo a fundar el Partido Duartista para proclamar la República.


Y procura organizar en su seno a la juventud de la época y tiene acierto, pues logra reunir para la gran tarea a un selecto grupo de jóvenes, a los que adoctrina en el almacén de su padre en La Atarazana.

Duarte con apenas 25 años tiene una madurez y una capacidad política fuera de serie y por ello tiene la aptitud de reunirse con las personalidades más recias de la nación, magistrados y funcionarios dominicanos al servicio del gobierno de ocupación, a quienes procura convencer de su proyecto o al menos neutralizar.

Confiado siempre en la juventud invoca a ellos con la serenidad de un padre amoroso y comprensivo, y así lo invita: Seguid, jóvenes amigos, dulce esperanza de la patria mía, seguid con tesón y ardor en la hermosa carrera que habéis emprendido y alcanzad la gloria de dar cima a la grandiosa obra de nuestra regeneración, de nuestra independencia nacional, única garantía de las libertades patrias.

Es la visión del maestro, seguro de que trabajar los discípulos es el único camino cierto para la continuidad de su obra. Por eso es el primer Maestro de la República.

Y esa visión la conjuga con el amor imperecedero y el sueño de su vida, la patria. De ahí su sentencia: El amor a la patria nos hizo contraer compromisos sagrados para con la generación venidera.

Y cuando dice ¨generación venidera¨ es la referencia clara y precisa a la juventud que viene, al relevo generacional, para la continuidad de las ideas y el afianzamiento de los valores patrios.

La juventud es la garantía, la confianza del futuro, la zapata del edificio fuerte que debe ser la patria, por eso educar en el pensamiento y el ejemplo del patricio es la tarea más imperiosa y el mejor reflejo del amor patrio.

Nunca debemos asociar el nombre y el rostro de Juan Pablo Duarte a lo viejo, a lo caduco, a lo que muere, pues la patria es siempre y eternamente joven; de ahí que la asociación de Duarte con la Juventud y educar a la última en el primero es tarea de todos los días y es así como debemos gotear el amor a la patria como el rocío a las flores cada amanecer.