Presentación de la carta a los presidentes revolucionarios y progresistas sobre la trama criminal en mi contra y sobre la colombianización del Estado Dominicano
El texto de la carta que incluimos al pie de esta nota fue enviado por diferentes vías a sus destinatarios(as).
Me tomé el tiempo comprendido entre la fecha de su emisión y el día 7 de enero del 2010 para garantizar su destino y entonces darla a conocer ahora a la opinión pública nacional e internacional.
Su propósito, por razones propias de los condicionamientos derivados de las relaciones diplomáticas y los vínculos entre Estados, no era motivar reacciones específicas de estos presidentes/as de nuestra América, sino ponerlos(as) en conocimiento de una realidad difícil de percibir desde fuera, dadas las características de los sistemas de información y comunicación dominantes.
Pienso, que sino a todos, a una gran parte de ellos ya le llegó esta carta y en consecuencia ya han podido conocer lo esencial de su contenido, por lo que procedo ahora ponerla a la disposición de nuestros pueblos en la medida que pueda ser acogida por los medios más receptivos y las publicaciones alternativas.
La razón de este paso no necesita mucha explicación.
La carta lo dice todo y solo quiero reiterar que mas allá de las amenazas contra mi vida, me preocupa el proceso de colombianización de las estructuras de poder en este país, evidenciado ahora en forma dramática con las implicaciones del caso Figueroa Agosto y su asociación con importantes enclaves del poder político y militar de la República Dominicana, protegidos por el presidente Leonel Fernández.
A continuación el texto referido y agradeceré su más amplia difusión:
A las presidentas Cristina Fernández de Argentina y Michelle Bachelet de Chile.
A los presidentes Raúl Castro de Cuba, Hugo Chávez de Venezuela, Rafael Correa de Ecuador, Daniel Ortega de Nicaragua, Evo Morales de Bolivia, Fernando Lugo de Paraguay, Ignacio-Lula-Da Silva de Brasil, Tabaré Vásquez de Uruguay, Manuel Zelaya de Honduras y Mauricio Funes de El Salvador.
Apreciados/a compatriotas de nuestra América:
Queridos/a compañeros/a de lucha por la nueva independencia de la Patria Grande:
Me dirijo a ustedes con el propósito de que conozcan hechos y situaciones que evidencian l la actitud dual y el tratamiento ambiguo del presidente dominicano Leonel Fernández, tanto respecto a la conjura colombo-estadounidense que amenaza mi seguridad personal y la de mi familia como frente a la creciente y peligrosa influencia en nuestro país del régimen narco-para-terrorista que preside el señor Álvaro Uribe Vélez en la hermana República de Colombia
En agosto del 2008 denuncié ante la Procuraduría General la existencia de una trama para asesinarme aquí y/o secuestrarme en el exterior, fraguada desde importantes enclaves de terror colombo-estadounidenses.
El 19 de septiembre de ese mismo año fui recibido junto a mi esposa y compañera de lucha, Lourdes Contreras, por el presidente Leonel Fernández; a quien le presentamos datos y evidencias sobre esa determinación criminal.
En ambas oportunidades puse énfasis en la participación en esa confabulación del Presidente Álvaro Uribe, a través del general Mario Montoya (entonces jefe de Estado Mayor del Ejército Colombiano); e hice referencia, además, al rol activo en ese despropósito del entonces embajador colombiano en nuestro país, Juan José Chaux Mosquera (jefe paramilitar colombiano solicitado pocos días después de mi denuncia por la justicia de su país) y del agregado militar de esa embajada, capitán Manuel Hernández.
Ante el presidente Fernández denuncié también la participación de una funcionaria de la Embajada de EEUU en Santo Domingo de origen colombiano, apellido Arena, en fracasados esfuerzos de búsquedas de pruebas para sustentar una posible extradición y el inicio de un posible proceso para eliminarme físicamente.
Previamente al intercambio con el presidente, el 8 de septiembre del 2008, tuvo lugar un intento de agresión organizado en las proximidades de mi residencia a cargo de un comando de tropas especiales de la Policía Nacional influido por el general Bencosme Candelier, de conocida historia criminal y ahora al frente de la Autoridad Metropolitana del Transporte (AMET); hecho que confirmó mi denuncia, desató un fuerte movimiento de rechazo y forzó al Jefe de Estado a recibirme en su despacho.
La noche del 5 de noviembre del 2008, dos semanas después de la entrevista con el presidente Fernández, mientras visitaba la residencia de uno de mis hijos, se produjo otra provocación parecida, que pudo convertirse en confrontación armada entre los compañeros que me protegen y una unidad policial.
Por otra parte, otro hecho relevante fue que en mayo del 2009 mi esposa y compañera de lucha fue apresada, esposada y vejada a su paso en tránsito por la ciudad de Miami, cuando se dirigía a Kingston, Jamaica, para participar en un evento académico de carácter sub-regional sobre género, representando a la universidad donde trabaja. El Departamento de Estado de los EEUU, a través de su Cónsul General en el país ofrecía posteriormente explicación al caso esgrimiendo el capítulo antiterrorista de la ley de migración de EEUU, acusándome de ser “sostén de organizaciones terroristas” y haciendo extensiva la penalización a mi compañera y mis tres hijos.
Como la incitación al crimen desde el poder imperialista estadounidense y su apoyo al plan colombiano podían fácilmente leerse entre líneas en esa “explicación” diplomática norteamericana, le solicité días después al Jefe de Estado dominicano su intervención disuasiva ante el presidente Obama, sin lograr iniciativa alguna de su parte.
A todo esto se le suma el cierre por presión oficial y de sectores de poder del programa diario radio-televisado TIRO AL BLANCO, bajo mi dirección desde hace diez años. Esto ha estado dirigido por íntimos colaboradores del doctor Leonel Fernández a conciencia de que afecta mi capacidad de denuncia y de defensa.
La actitud dual del doctor Leonel Fernández en esas situaciones no me sorprendió, dado que el mismo Presidente de la República que me prometió garantías y se comprometió a enfrentar y evitar esa trama criminal mediante un conjunto de medidas, la mayoría incumplidas, fue la persona que le había concedido el “placed” al general Mario Montoya cuando meses antes fue designado embajador en nuestro país, aun conociendo el gobierno dominicano su destacado rol en el plan criminal denunciado.
Tal dualidad del Presidente Fernández trasciende mi caso y los peligros denunciados. Y los trasciende porque la designación del referido general colombiano, experto en masacres y guerra sucia, está destinada a acelerar el proceso de “colombianizaciòn” de importantes estructuras de poder en nuestro país.
Curiosamente ese nombramiento se materializó a los pocos días de firmado el “plan de cooperación estratégica” entre las fuerzas armadas colombianas y dominicanas, anunciado por el general colombiano Freddy Padilla de León, jefe de las fuerzas armadas colombianas, el 7 de noviembre 2008, a raíz de su hasta entonces discreta visita a nuestra República Dominicana.
A partir de ese acuerdo, al llamado “Plan de Seguridad Democrática” -transplantado desde Colombia hace algunos años a nuestro país- se le agregaron nuevas iniciativas de penetración colombiana en el terreno militar, en el área policial, en el plano económico, en el traslado de capitales sucios, en diversas asociaciones entre ambos Estados y sus narco-mafias, en los procesos de conversión de militares dominicanos en sicarios de los cárteles colombianos y en los enlaces entre grupos empresariales inescrupulosos de ambos países.
En la República Dominicana puede hablarse con propiedad de la “Misión Montoya”, ejecutada desde una plataforma diplomática que facilita una intensa penetración del régimen narco-para-terrorista colombiano en nuestro país, al tiempo de garantizarles impunidad a sus principales promotores y beneficiarios.
En mi caso, apreciados/as presidentes/as, el Doctor Leonel Fernández ha actuado con una enorme sinuosidad y evidente hipocresía: mientras por un lado expresa preocupación por mi vida y ofrece garantías, por el otro le abre campo en todos los planos y escenarios a quienes se han propuesto atentar contra mi integridad física y mis derechos aquí y en el exterior.
Pero si solo se tratara de mi caso la cuestión no fuera tan grave.
Su dualidad es sistemática: finge una postura progresista en los escenarios internacionales y se muestra receptivo frente a las corrientes que representan cambios hacia la democracia, la soberanía y la justicia social en nuestro continente, mientras afianza soterradamente su alianza esencial con el régimen de Álvaro Uribe Vélez, con el Estado colombiano y el imperialismo estadounidense; y mientras, además, facilita en el escenario dominicano las políticas neoliberales y procesos de corrupción estatal-gubernamental, incluida la amalgama de las instituciones del país con la narco-economía colombiana y local.
La situación en esta última vertiente de la corrupción es sumamente grave, dado que el presidente Fernández protegió y protege a jefes militares y funcionarios civiles vinculados al capo Ernesto Quirino, extraditado a EEUU y vinculado al cártel Valle del Norte de Colombia, como le garantiza impunidad al contralmirante Ventura Bayonet, actual sub-secretario de las Fuerzas Armadas, y a otros altos oficiales y colocadores civiles que desde su entorno practican, en estrecha relación con las mafias colombianas, el negocio de las drogas. Nunca como ahora ha sido tan profunda la contaminación y articulación del gobierno central, los cuerpos castrenses, el Congreso Nacional, las cúpulas de los partidos del sistema y de los cuerpos castrenses con la corrupción de todo tipo y especialmente con las elites nacionales e internacionales de las drogas.
Leonel Fernández tiene además altísima calificaciones en cuanto a privatización del patrimonio público y natural del país, intervenciones del FMI y el BM, aprobación TLCs y corrupción pública y privada. Y ahora se le agrega el padrinazgo - junto a lo peor de la llamada “clase política”, la oligarquía y la cúpula de la iglesia católica- de la constitución más conservadora, profundamente neoliberal, de la historia republicana, y la abierta y escandalosa protección al magnate venezolano Gustavo Cisneros y a otros grupos empresariales inescrupulosos, en sus propósitos de apropiarse de gran parte de las riquezas naturales del Este del país con graves consecuencias ecológicas y medio-ambientales.
No es difícil demostrar que estamos frente a uno de los presidentes más corruptos y corruptores de la historia republicana de nuestro país.
Pero todo esto carece de proyección internacional, se desconoce en el exterior debido a la naturaleza del poder mediático dominante a escala mundial y a la capacidad de simulación y desdoblamiento del mandatario dominicano.
Esta realidad nos crea una situación difícil, sobre todo porque en el contenido de esa gran de simulación del actual Jefe de Estado Dominicano, los poderes hegemónicos en Estados Unidos y Colombia, con la evidente anuencia del mandatario dominicano, han escogido a República Dominicana como el principal escenario de la expansión del Estado Narco-Paraerrorista colombiano en el Caribe Insular. A ese propósito le sirve muy bien ahora el actual embajador dominicano en Colombia, Lic. Ángel Lockward, designado por el gobierno dominicano precisamente por su falta de escrúpulos y vasta experiencia en corrupción. Con el embajador Montoya conforma una mutual ideal para esos fines.
Por todo esto decidí escribirle con la franqueza que me caracteriza a fin de que cada uno/a de ustedes puedan tener presente nuestro sincero testimonio tanto en lo relacionado con los planes destinados a atentar contra mi vida y la de mi familia -conocidos y admitidos por el presidente Fernández- como respecto al peligroso curso de las relaciones dominico-colombianas; de manera que puedan actuar en lo adelante con pleno conocimiento de causas y situaciones.
Personalmente, como movimiento revolucionario y como pueblo, agradeceremos la atención que ustedes pueden prestarle a estas consideraciones formuladas desde nuestro inconmovible compromiso revolucionarios, antiimperialista y anticapitalista; desde la solidaridad con los variados procesos progresistas que tienen lugar en sus respectivos países, y muy especialmente con el pasado y el presente de rebeldías multiformes –unas armadas, otras no- que conforman el actual torrente liberador de la Patria Grande hacia la su total auto-determinación, la nueva democracia y el nuevo socialismo.
Fraternalmente,
NARCISO ISA CONDE
2 de Octubre 2009, Santo Domingo, República Dominicana.