DECLARACIÓN DE NARCISO ISA CONDE:
Versiones encubridoras sobre el caso Orlando y Narcisazo
El asesinato de Orlando Martínez en 1975, la desaparición de Narciso González veinte años después (1996) y su evidente desenlace fatal, son los dos casos mas relevantes del terrorismo de Estado y la criminalidad política de los gobiernos de Joaquín Balaguer asociados a la CIA, al Pentágono, a las corporaciones transnacionales y a la ultraderecha militar de turno.
Por esa razón hay quienes están haciendo un gran esfuerzo para desvirtuar el carácter de crimen político de Estado presente en ambos casos y exonerar así a Balaguer de su ineludible responsabilidad.
Por esa razón hay quienes están haciendo un gran esfuerzo para desvirtuar el carácter de crimen político de Estado presente en ambos casos y exonerar así a Balaguer de su ineludible responsabilidad.
CASO ORLANDO
En el caso Orlando Martínez, el primero en empeñarse en ese propósito fue el fallecido Ramón Fond Bernal, epígono y hombre del anillo de Balaguer, quien sustentó la idea de que ese asesinato fue organizando exclusivamente por los ejecutivos de Gulf and Werster, la CIA y el jefe de Estado mayor de la Fuerza Aérea, general Salvador Lluberes Montás (Chinino), en estrecha relación con personal militar subalternos, exculpando a Balaguer y a los generales Pérez y Pérez, Milo Jiménez y Cruz Brea (precisamente los más vinculados a la CIA).
Esa versión fue hábilmente estructurada con verdades, medias verdades y mentiras. Y es precisamente la que recoge el periodista Oscar López Reyes en su libro titulado “Crímenes Contra la Prensa”, reseñada en el Listín Diario de este viernes 16 de julio.
Todo el mundo sabe que Orlando hizo denuncias muy contundentes sobre la Gulf And Wester, y no solo sobre el negociazo del fulfural. Igual sobre la CIA.
Nadie debe dudar que los ejecutivos de esa empresa, involucrados entonces en múltiples asesinatos como el de Guido Gil, pusieran especial interés y estimularan también el asesinato de Orlando.
Junto a la Gulf existían otros centros del poder transnacional (Alcoa, Falconbrigge, Rosario Resource…) y local (latifundistas, militares de ultraderecha…) empeñados en ese mismo propósito criminal. Todos vinculados a la CIA y alineado con el terrorismo anticomunista incitado por EEUU.
Pero no es cierto que esa determinación fuera ejecutada por Gulf and Wester y la CIA al margen de Balaguer y del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del país, o que este último (penetrado por la CIA) actuara sin el consentimiento de Balaguer.
La verdad es que la decisión final se adoptó en una reunión del Estado mayor de las FFAA (8 de marzo 1975, de acuerdo a declaraciones del propio Pou Castro) y fue consultada inmediatamente después con el propio Balaguer cuando el entonces coronel Cruz Brea (hombre de la CIA), coleccionista de los artículos de Orlando, le presentó en tono airado la columna microscopio titulada “¿Por qué no Doctor Balaguer? y el entonces el jefe de estado aceptó el criterio de que “eso no se podía tolerar”.
En el caso Orlando Martínez, el primero en empeñarse en ese propósito fue el fallecido Ramón Fond Bernal, epígono y hombre del anillo de Balaguer, quien sustentó la idea de que ese asesinato fue organizando exclusivamente por los ejecutivos de Gulf and Werster, la CIA y el jefe de Estado mayor de la Fuerza Aérea, general Salvador Lluberes Montás (Chinino), en estrecha relación con personal militar subalternos, exculpando a Balaguer y a los generales Pérez y Pérez, Milo Jiménez y Cruz Brea (precisamente los más vinculados a la CIA).
Esa versión fue hábilmente estructurada con verdades, medias verdades y mentiras. Y es precisamente la que recoge el periodista Oscar López Reyes en su libro titulado “Crímenes Contra la Prensa”, reseñada en el Listín Diario de este viernes 16 de julio.
Todo el mundo sabe que Orlando hizo denuncias muy contundentes sobre la Gulf And Wester, y no solo sobre el negociazo del fulfural. Igual sobre la CIA.
Nadie debe dudar que los ejecutivos de esa empresa, involucrados entonces en múltiples asesinatos como el de Guido Gil, pusieran especial interés y estimularan también el asesinato de Orlando.
Junto a la Gulf existían otros centros del poder transnacional (Alcoa, Falconbrigge, Rosario Resource…) y local (latifundistas, militares de ultraderecha…) empeñados en ese mismo propósito criminal. Todos vinculados a la CIA y alineado con el terrorismo anticomunista incitado por EEUU.
Pero no es cierto que esa determinación fuera ejecutada por Gulf and Wester y la CIA al margen de Balaguer y del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas del país, o que este último (penetrado por la CIA) actuara sin el consentimiento de Balaguer.
La verdad es que la decisión final se adoptó en una reunión del Estado mayor de las FFAA (8 de marzo 1975, de acuerdo a declaraciones del propio Pou Castro) y fue consultada inmediatamente después con el propio Balaguer cuando el entonces coronel Cruz Brea (hombre de la CIA), coleccionista de los artículos de Orlando, le presentó en tono airado la columna microscopio titulada “¿Por qué no Doctor Balaguer? y el entonces el jefe de estado aceptó el criterio de que “eso no se podía tolerar”.
Sobre la fórmula del furfural
La verdad –y esto para subrayar un dato histórico- es que la obtención de la fórmula secreta del fulfural y su entrega a la dirección del Partido Comunista Cubano, no guarda ninguna relación con ese hecho y tuvo lugar mucho antes, justamente en 1966. Entonces, Orlando residía en Hungría en su condición de delegado del PCD y no había ejercido el periodismo.
Esa fórmula me la entregó a mí, a través de un camarada y amigo, un ingeniero químico que simpatizaba con el PCD y trabajaba en el Central Romana.
En ese hecho participamos activamente Asdrúbal Domínguez, José Israel Cuello y yo, quienes decidimos, junto a otros miembros del Comité Político del PCD, enviar a Cuba ese secreto tecnológico en compañía del referido ingeniero, para así traspasarle toda la información a la revolución cubana y ayudarla a enfrentar el bloqueo estadounidense en esa rama. Se trató de un viaje clandestino relámpago, sumamente fructífero. Tan fructífero que ya en 1968, cuando yo viajé clandestinamente a Cuba, los cubanos estaban produciendo fulfural y una parte de sus derivados.
La verdad –y esto para subrayar un dato histórico- es que la obtención de la fórmula secreta del fulfural y su entrega a la dirección del Partido Comunista Cubano, no guarda ninguna relación con ese hecho y tuvo lugar mucho antes, justamente en 1966. Entonces, Orlando residía en Hungría en su condición de delegado del PCD y no había ejercido el periodismo.
Esa fórmula me la entregó a mí, a través de un camarada y amigo, un ingeniero químico que simpatizaba con el PCD y trabajaba en el Central Romana.
En ese hecho participamos activamente Asdrúbal Domínguez, José Israel Cuello y yo, quienes decidimos, junto a otros miembros del Comité Político del PCD, enviar a Cuba ese secreto tecnológico en compañía del referido ingeniero, para así traspasarle toda la información a la revolución cubana y ayudarla a enfrentar el bloqueo estadounidense en esa rama. Se trató de un viaje clandestino relámpago, sumamente fructífero. Tan fructífero que ya en 1968, cuando yo viajé clandestinamente a Cuba, los cubanos estaban produciendo fulfural y una parte de sus derivados.
CASO NARCISAZO
La versión sobre el supuesto suicidio de Narciso Gonzáles (Narcisazo) es además de mentirosa, perversa y persigue negar el carácter del crimen político de Estado de ese hecho, quitándoles a Balaguer y a los generales involucrados en su desaparición toda responsabilidad en ese delito.
Es, además, una especie ofensa a su memoria, con la que se pretende atribuirle a Narcisazo una vocación suicida ajena a su personalidad, a su firmeza y a su historia.
Esa versión obvia el impacto de su valiente artículo contra Balaguer publicado en la revista de Muralla, su llamado a la desobediencia civil frente al fraude balaguerista y su paso, en condición de secuestrado, por la Policía Nacional (bajo la jefatura del general Guerrero Peralta), por la Secretaria de las FFAA (bajo la jefatura del General Constantino Matos Villanueva) y el desenlace faltal de todo esto en la cárcel del A2 (El Mercadito) de la Fuerza Aérea Dominicana (FAD) con intervención criminal de los exgenerales Reyes Bencosme y Rojas Tobar.
Igual ofende la inteligencia colectiva del pueblo, puesto que la historia no conoce de casos de suicidios en el que no aparezca el cadáver de la víctima.
Más aun sobre la llamada “página en blanco” y los inculpados en el asesinato de Orlando
Si bien el testimonio ofrecido por el ex-juez José Miguel Castillo Pantaleón, sobre la manera como consiguió las pruebas que posibilitaron enjuiciar a una parte de los asesinos de Orlando Martínez es a nuestro entender absolutamente veraz, no menos cierto es que ha sido manipulado de manera perversa por Joaquín Ricardo y por otros dirigentes balagueristas al declarar que fue así como Balaguer llenó su tristemente famosa “página en blanco” y que el enjuiciamiento de los asesinos de Orlando fue posible por la investigación ordenada por el fallecido déspota ilustrado en 1975.
La “página en blanco” fue, repito, un recurso chantajista, para callar a los generales acusados del crimen e impedir que involucraran a su superior jerárquico, el entonces Presidente Balaguer.
Mucho antes de Balaguer recurrir a ese ardid, ya el PCD, Doña Adriana y Don Luis Mariano, los hermanos de Orlando (Edmundo, Nilson y Sergio) y yo personalmente, habíamos ofrecidos nombres y circunstancias que luego se confirmaron.
Desde 1975 hasta 1997 se dieron a conocer sistemáticamente datos que permitían llenar esa y cualquier otra página sobre el caso.
Muchos de esos datos procedieron de informaciones de buenas fuentes que coincidieron con los contenidos de los interrogatorios hechos en 1975 durante la jefatura policial de Neit Rivas; aunque ni entonces ni durante los 20 años posteriores pudimos obtener copias de esas grabaciones ni de los interrogatorios escritos.
En verdad, cuando semanas después del asesinato de Orlando el PCD y la familia de Orlando, ofrecimos detalles sobre el crimen y le entregamos los nombres de los asesinos (1975) al propio Balaguer, este se vio forzado a sustituir a Guzmán Acosta de la jefatura policial (encubridor de los responsables) y a designar a Nivar Seijas para continuar las investigaciones. Ya había fracasado el intento de su parte de culpar al Prof. Juan Bosch y a dirigentes del PLD de ese hecho, aunque muchos años después mantuvo la misma falsa insinuación contra Bosch en esa página en blanco.
Pero el mismo Balaguer que ordenó la nueva investigación, fue quien también ordenó ocultar sus resultados cuando supo su contenido y se enteró que el propio general Jiménez Reyes, Secretario de las FFAA, había dicho que ellos actuaron por “órdenes superiores”, en obvia referencia a Balaguer.
Si bien el testimonio ofrecido por el ex-juez José Miguel Castillo Pantaleón, sobre la manera como consiguió las pruebas que posibilitaron enjuiciar a una parte de los asesinos de Orlando Martínez es a nuestro entender absolutamente veraz, no menos cierto es que ha sido manipulado de manera perversa por Joaquín Ricardo y por otros dirigentes balagueristas al declarar que fue así como Balaguer llenó su tristemente famosa “página en blanco” y que el enjuiciamiento de los asesinos de Orlando fue posible por la investigación ordenada por el fallecido déspota ilustrado en 1975.
La “página en blanco” fue, repito, un recurso chantajista, para callar a los generales acusados del crimen e impedir que involucraran a su superior jerárquico, el entonces Presidente Balaguer.
Mucho antes de Balaguer recurrir a ese ardid, ya el PCD, Doña Adriana y Don Luis Mariano, los hermanos de Orlando (Edmundo, Nilson y Sergio) y yo personalmente, habíamos ofrecidos nombres y circunstancias que luego se confirmaron.
Desde 1975 hasta 1997 se dieron a conocer sistemáticamente datos que permitían llenar esa y cualquier otra página sobre el caso.
Muchos de esos datos procedieron de informaciones de buenas fuentes que coincidieron con los contenidos de los interrogatorios hechos en 1975 durante la jefatura policial de Neit Rivas; aunque ni entonces ni durante los 20 años posteriores pudimos obtener copias de esas grabaciones ni de los interrogatorios escritos.
En verdad, cuando semanas después del asesinato de Orlando el PCD y la familia de Orlando, ofrecimos detalles sobre el crimen y le entregamos los nombres de los asesinos (1975) al propio Balaguer, este se vio forzado a sustituir a Guzmán Acosta de la jefatura policial (encubridor de los responsables) y a designar a Nivar Seijas para continuar las investigaciones. Ya había fracasado el intento de su parte de culpar al Prof. Juan Bosch y a dirigentes del PLD de ese hecho, aunque muchos años después mantuvo la misma falsa insinuación contra Bosch en esa página en blanco.
Pero el mismo Balaguer que ordenó la nueva investigación, fue quien también ordenó ocultar sus resultados cuando supo su contenido y se enteró que el propio general Jiménez Reyes, Secretario de las FFAA, había dicho que ellos actuaron por “órdenes superiores”, en obvia referencia a Balaguer.
Esos interrogatorios se mantuvieron ocultos hasta que en 1997 Castillo Pantaleón logró obtenerlos. Ese es su mérito como persona y como juez de instrucción: darle cuerpo documental a lo ya se había denunciado y descubrir lo que Balaguer se había empeñado en ocultar, negándose incluso a ser interrogado por el juez después de abandonar la Presidencia de la República.
Por último, me siento en deber de expresar mi indignación por la difusión en esta oportunidad, en ciertos medios de prensa, de la malévola especie de que el asesinato de Orlando se debió a que embarazó a la hija de un general balaguerista amigo la Gulf y que ambos factores se conjugaron para ordenar matarlo.
Esa especie rompe record de mala intención y está dirigida no solo a negar el carácter político del crimen, sino a ofender la memoria de Orlando.
¡Los malvados no cesan sus maquinaciones!
Narciso Isa Conde
Coordinador del Movimiento Caamañista (MC)
16-7-2010