martes, 4 de marzo de 2008

LA POETISA CUBANA DULCE MARIA LOYNAZ

El escritor Alfonso Torres Ulloa mientras observaba la Sala de Lectura de la Casa de Cultura en el Municipio de Haina, donde el pasado viernes 29 de febrero 2008 dictó una conferencia sobre Juan Pablo Duarte, paradigma de la República Dominicana.
En esta foto aparece entregando su libro al Director de la Casa de la Cultura, señor Darío Solano. Esta obra es la última publicada por Torres Ulloa y recoge su visión del patricio, visto desde una perspectiva de izquierda.
Dulce María Loynaz, la exquisitez de la poesía cubana
Por Alfonso Torres

Ella fue y es la excelencia de la poesía cubana. Digo fue porque murió hace varios años, pero digo es porque su obra poética está y seguirá viva.

El padre de Dulce María nació en Santo Domingo, el general Enrique Loynaz Castillo, quien estuvo al lado de José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo en la guerra por la independencia de Cuba.

Dulce María nació en la ciudad de La Habana el día 10 de diciembre del 1902, sus primeros textos poéticos aparecen en el año de 1920, en el periódico La Nación; en el año de 1927 aprobó los exámenes para doctorarse en derecho civil en la Universidad de La Habana. Presidió la Academia Cubana de la Lengua y fue miembro correspondiente de la Real Academia Española. Obtuvo en 1992 el Premio Miguel de Cervantes.

En el 1987 obtuvo, en Cuba, el Premio Nacional de Literatura. Pero, además, recibió otras condecoraciones: Orden Carlos Manuel de Céspedes, Orden Félix Varela, Distinción por la Cultura Nacional y Medalla Alejo Carpentier. Pero también recibió en España la Orden Alfonso X El Sabio. Publicó diez libros, entre ellos su obra en prosa, Jardín, una novela de extraordinario valor literario y en la que se aprecia su dominio del idioma. Entre sus libros de poesías destacan, entre otros: 1.- Versos, publicado en 1938 y que recoge su obra del 1920 al 1938; 2.- Juegos de Agua, publicado en 1947; 3.- Poemas sin nombres, en 1953; 4.- Últimos días de una casa, en 1958; 5.- Poemas Náufragos, en 1991. Ella fue cantora del agua y de su río Almendares.

De ella dijo Juana de Ibarbourou lo siguiente: “Dulce María Loynaz dejó en mi una impresión tan profunda, que prefiero no repetir la experiencia de un encuentro con la poetisa. Quiero guardar para siempre aquella primera impresión. Ella ha dicho que me admira ¡cómo entenderlo, si quien lo dice es más grande que yo! Dulce María Loynaz es hoy, y de todo corazón lo creo, la primera mujer de América”.

Dulce María amó su tierra como la poesía, el agua y el silencio; a ella cantó hasta el último aliento y de su Cuba dijo: “eres deleitosa como la fruta de tus árboles, como la palabra de tu Apóstol. Como Diana, libre y diosa, no quieres más diadema que la luna; ni más escudo que el sol naciente con tu palma real”. Y ella, en ese canto de amor brotaba la sonrisa y el decoro que por la Patria le vino de su padre y del Apóstol, y dice: “Tú eres por excelencia la muy cordial, la muy gentil. Tú te ofreces a todos aromática y graciosa como una taza de café; pero no te vendes a nadie”.

Ella, mujer emblemática, un mito de la poesía cubana y cumbre de la poesía universal amó el amor en las letras profundamente y apenas rozó su carne con la carne, sufrió el amor y lo gozó brevemente y fue tormentosa su vida, mas plena y rica en la creación literaria. Soñó siempre con un gran amor y el tiempo le pasó, luego comprendió que el tiempo no pasa en vano y que en la vida es o debe ser un acto de cada día en la plenitud humana.

De Dulce María Loynaz quiero compartir, en esta ocasión, su poema: Amor es...

Amar la gracia delicada del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba y de las estrellas que se abren
y de las sonrisas que se alargan...
Amar la plenitud del árbol, amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas dulces...,
amar lo amable, no es amor;
Amor es ponerse de almohada, para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz
aprisionada por su tierra, vencida por su misma tierra...

Amor es desenredar marañas de caminos en la tiniebla:
Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele, lo que nos sangra por dentro...
Es entrarse en la entraña de la noche y adivinarle la estrella en germen...

¡La esperanza de la estrella!... Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar; y lo que es más que perdonar, es comprender...
Amor es apretarse a la cruz, y clavarse a la cruz,
y morir
y resucitar...
amor es resucitar!

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