jueves, 22 de mayo de 2008

AMABLE GRULLON O EL POETA DE LAS LAGRIMAS





En el recuadro superior izquierdo el Ingeniero Arismendy Díaz con el autor de estas líneas en Santiago de Cuba, a la derecha la Catedral de la misma ciudad. Abajo, Alfonso Torres Ulloa mientras conversaba con la periodista Ana Jiménez para el canal 16 de la Televisión dominicana sobre su libro "Duarte, Reto de los democráticos". A continuación dejamos a nuestros lectores un comentario sobre la obra "Tus Ojos de Luz", del poeta noroestano Amable Grullón.

Amable Grullón o un Poeta de lágrimas

Ha llegado a mis manos un poemario bajo el título de “Tus Ojos de Luz”, de la autoría de Amable Grullón Fermín, un hombre de la línea noroeste, de allí de Villa Elisa, Municipio de Guayubín.

El poemario trae una portada que recoge el ambiente de la flora de la zona, una vista de cactus, bañada en un arco iris, una expresión del autor para identificarse con sus raíces y años de niño y adolescencia, todas sus correrías atrapadas en esa imagen.

La propia portada trae un verso del autor y empiezan a caer sus lágrimas “Despierta la alegría, renueva el deseo de amar, regálame tu magia, y al despertar otro día retórname el placer de soñar”. Es que ese amor se marchó, pero el bardo, alma infantil, está atrapado y ruega “No dejes apagar las llamas, que no haya niebla en tu mirada, prende tus ojos de luz...” Y no cesa de humedecer sus mejillas y canta “te quiero como eres, alma y amor desbordando la quietud”.

Es la entrada del poemario. El poeta tiene alma de niño, implora el amor como un imberbe y ahí está la pureza del verso y de sus sentimientos. Y lo proclama sin rubor en la dedicatoria y dice “A la mujer que amo y, en ella, a la suerte de amar, sentir y expresar ideas, sensaciones, inquietudes y sentimientos”.

Tus Ojos de Luz es un breve poemario, apenas alcanza 22 textos poéticos, dedicados a su amor, es una declaración de perdón, en la que el autor se arrodilla y canta “quema todo mi cuerpo, no reniegues ni rehuyas al amor”.....”perdóname una vez más.... envuélveme en tu luz y llévame contigo a encontrar mi paz”.... soy ave errante, cansado de volar contra el viento.... que precisa de tu impulso, para curar mis alas en vuelo a la eternidad”.

Amable Grullón es portador del verso hasta en su semblante, en su conversación y en su noble corazón; en octubre pasado me tropecé con él en Dajabón y la verdad no lo recordaba y fue hasta mi, así como es noble y manso, se identificó y entonces lo recordé y platicamos largamente.

Una conversación globalizada, desde la poesía, el periodismo, la política, la moral social, los problemas de la frontera, el viacrusis de los haitianos y compartimos historias y anécdotas. Y por supuesto recordamos nuestro batallar político por la justicia y la paz.

Y aquí ando hojeando su texto poético cargado de lágrimas, de inocencia y de confesiones a un amor único y con pretensiones de eternidad. Es un canto tan sincero que nos queda la impresión de que fuera de esos brazos no hay abrazos para él; que sin esos labios no existe un beso y sin esos pechos no existen provocaciones del encanto.

Y esto no lo digo yo, son sus versos que confiesan y las hojas del libro se sienten húmedas por las lágrimas que ruedan desde un corazón lloroso “abre las ventanas al amor, no resistas a sus fuerzas....déjame prender en tus pechos la llama inquieta de mis besos... obsesionado de ti, sueño mis besos en tu cuerpo...tienes en ti las riendas de mi alma... déjame ser tu amor, tu amor de silencios, mi amor es mi verdad... estoy a merced de ti, he caído como un niño...”

Cuando canta, Amable dice, “y si te alejas de mi todo lo habré perdido”, es que está suspendido en el tiempo, él no es él, depende de ella, luego dice “no me dejes ahora que la luz de mi vida se apaga”, y agrega bajo lágrimas “sin tu amor no valgo nada”; y exclama cual niño abandonado “Ay, mi amor! No dejes que me ahogue”.

Y con una sirena de silencio grita “Te dejo el eco de mis palabras, mi voz y mi acento, el sonido del viento, mis besos dormidos flotando en el viento, aguardando por ti”.

Y repite, “estoy a merced de ti, he caído como un niño”. Ahí está el poeta de las lágrimas y canta “Siento tu amor y tu ausencia, cuánto te extraño! Qué vacío me acompaña! Falta tu voz y tu risa, tus pasos”. “Ámame, ámame sin limites, dulce compañera mía”! Ese es Amable Grullón, un poeta de lágrimas e inocencia.

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