lunes, 16 de noviembre de 2009

DUARTE EN MAXIMO GOMEZ

Por Alfonso Torres Ulloa

Máximo Gómez Báez, el hombre más grande nacido en Quisqueya el 18 de noviembre de 1841. Duarte constituye el símbolo de la patria, el más puro y desprendido.

Gómez, supo hacer la guerra; su fuerte no era el brazo de guerrero, sino su pensamiento, su fe, su convicción y por supuesto sus habilidades como estratega militar. Su don de mando, su condición de jefe, su autoridad ejercida con el rigor que impone una guerra irregular.

Su ejemplo de guerrero de valor; nunca enviaba a una misión que el mismo no fuera capaz de cumplirla. Duarte es entrega, dolor, patriotismo, abnegación.

Duarte es, por meritos propios, el padre de la patria: “trabajemos por y para la patria que es trabajar por nuestros hijos y para nosotros mismos”. Y añade:”por la satisfacción de veros, cual lo deseo, libres, felices, independientes y tranquilos, y en perfecta unión y armonía”…

Igual Gómez, cuando dice “no he venido a pelear solo por Cuba sino por la humanidad toda, por la civilización...” no esperaba nada a cambio, por eso era su anhelo retornar a Santo Domingo una vez terminara la guerra. Por eso dice “he venido a libertar a un pueblo esclavo, no a gobernarlo”.

De ahí que Gómez le responda al general Bernabé Boza, quien le y lo propone para la presidencia de Cuba, diciéndole: “no me hable de presidencia, no sea usted ingrato, recuerde que siempre lo he querido y distingue, como usted merece”. “Porqué piensa usted que yo debo ponerme esa corona de espinas?”.

Gómez traspasa la historia de Cuba y se coloca a su paso, ella no puede irse jamás delante.
Cuando se escucha el nombre de Máximo Gómez se piensa enseguida en el militar aguerrido, el estratega genial, el temido hombre de la guerra, sin embargo no se repara en la trascendencia de su pensamiento político, no se piensa en él como un hombre de ideas.

Y, ciertamente, si Gómez era fuerte con su brazo, aún lo era más como pensador. Hay que recorrer su diario de campaña, al igual que su epistolario para conocer la profundidad de sus ideas políticas.

Un hombre honrado, incapaz de usar inadecuadamente o para uso personal el más mínimo recurso puesto a su cargo que no fuera justo para los fines destinados. Prohibió a la familia recibir dinero del gobierno revolucionario, solo podía recibirlo de sus paisanos. Un hombre abanderado de una ética a toda prueba. Y claro no podía ser de otro modo, pues dedicarse por más de treinta años a la guerra, por nada, solo por la gloria y por el compromiso de afianzar su ideal político que era el de la libertad de los pueblos implica estar comprometido con un ideal ético y debía siempre dar el ejemplo, y lo dio.

Duarte dice: “La Nación está obligada a conservar y proteger por medio de leyes sabias y justas la libertad personal, civil e individual, así como la propiedad y demás derechos legítimos de todos los individuos que la componen; sin olvidarse para con los extraños, a quienes también se les debe justicia, de los deberes que impone la filantropía”.

Gómez dice, en 1899, en la Proclama de Yaguajay: “No tengáis ministros con mujeres que vistan de seda, mientras la del campesino y sus hijos no sepan leer y escribir”. “Aprended a hacer uso en la paz de vuestros derechos, que habéis conseguido en la guerra; que no deben conformarse los hombres con menos, porque esto conduce al servilismo, ni pretender más, porque esto conduce a la anarquía”.
“La observancia estricta de la ley, es la única garantía para todos”.
Duarte dice: “Lo que la ley no prohíbe, ninguna persona, sea o no autoridad, tiene derecho a prohibirlo.

La Ley, salvo las restricciones del derecho, debe ser conservadora y protectora de la vida, libertad, honor y propiedades del individuo.

Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca. Ningún poder de la tierra es ilimitado, ni el de la ley tampoco”.

Máximo Gómez el 12 de febrero de 1899 dice: “Los pueblos para ser felices y dichosos, no deben tener el gobierno de la espada, sino el gobierno de la ley. Ni pena de muerte, ni culto privilegiado en nuestros códigos, ni soldados ni fortalezas en nuestras ciudades, y la escuela poco a poco tiene que suprimir la ley”.

Duarte dice: el 7 de marzo del año 1865, “no es de esperarse que yo deje de protestar, y conmigo todo buen dominicano, cual protesto y protestaré siempre, no digo tan solo contra la anexión de mi patria a los Estados Unidos, sino contra cualquier tratado que tienda a menoscabar en lo más mínimo nuestra independencia nacional y a cercenar nuestro territorio o cualquiera de los derechos del pueblo dominicano”.

Gómez tuvo que enfrentarse a la Asamblea porque ésta quería un empréstito de 10 millones de dólares para el licenciamiento del ejército libertador, la Asamblea le responde destituyéndolo de General en Jefe: Gómez dice: “la ambición imperialista se aprovechará de la debilidad de los cubanos imponiendo el protectorado, pero les sería imposible lograr la anexión. La Asamblea estima como un acto de indisciplina y falta de respeto el que no apoye las gestiones encaminadas a levantar empréstitos de dinero que pueden comprometer más tarde los grandes intereses financieros y políticos de Cuba, que yo pienso debe entrar a ejercer su propia soberanía de la República…”.

Duarte dijo: “Nuestra patria ha de ser libre e independiente de toda potencia extranjera o se hunde la Isla”.

Ahí dos grandes, por ellos y con ellos en el alma vayamos al combate moral y político, “por la patria a vencer o morir¨ (J. P. Duarte) .