Por Alfonso Torres Ulloa
Lo que vemos en el PRD es apenas el comienzo del descalabro e igual lo del PLD, tan solo marca la ruta que llevará a ambos partidos a la crisis que debe parir un nuevo sistema de partidos en el país, con sentido ético y con voluntad de cambios profundos en la sociedad, tanto en lo político como en lo social y económico.
La descomposición moral corroe a ambos partidos y un pueblo que empieza a ver el horizonte de la política actual agotado, pero que requiere de un empuje de nuevas fuerzas sociales, nuevos actores políticos-sociales que asuman un liderazgo renovado y con moral ciudadana y patriótica.
El PRD va al despeñadero, pues las renuncias continuarán en todo el país porque la forma en que la cúpula que dirige esa organización no tiene miramientos para imponer caprichos e intereses de grupos; no hay respeto a las reglas de juego de la democracia interna ni a la sociedad misma; por eso defienden a los corruptos asociados. Pero igual los afectados internos no miden las consecuencias del desafío porque igualmente procuran intereses particulares. Son iguales en los despropósitos, pero no se respetan, la ambición es muy grande.
Miguel Vargas no respeta las reglas de la democracia y se impone, lo propio hizo Hipólito desde el poder y los suyos en su momento; solo que a Hipólito se le opuso Hatuey y eso no tuvo mayores consecuencias, pues no era factor de poder. Ahora están todos abajo, pero Miguel es factor de poder, o al menos esperanza de poder. Esperanza que se desvanece.
Miguel no debió reservarse tanta cuota de poder, pues debió entender que Hipólito fue presidente de la República y favoreció con la corrupción a muchos y eso lo hace un factor de poder nada despreciable a lo interno.
Miguel debió cuidar más su condición de Presidente electo por consenso y apostar a fortalecer un liderazgo democrático, respetando valores tradicionales de esa entidad política, la democracia, el derecho a elegir.
Hoy ya es tarde y el grupo de Hipólito preferirá hundir esa nave ante que permitirle a Miguel llegar a puerto seguro (el poder), de ahí que lo que se está viendo fue una guerra anunciada, pero Miguel como no es un general curtido en las artes políticas no ha podido ni podrá salir airoso de la misma. Con soberbia, arrogancia y prepotencia no se suma, con métodos antidemocráticos no se suma; y resulta que quien quiere llegar y/o mantenerse en el poder debe estar sumando siempre, de ahí que Leonel sea el nuevo padre del clientelismo político dominicano.
Veremos renuncias en cadenas, cada semana, de esto me enteré cinco días antes de la renuncia de Calderón. Sin embargo esa cúpula del PRD no hizo caso, simplemente dijo “que se vayan, quien se va pierde el horizonte y tendrá que volver o le pasa lo mismo que a Hatuey y todos los que se han ido”.
Pero vendrá, además, una ola de ataques contra los que se queden y con virulencia a los candidatos impuestos.
Los que se van no se quedarán de brazos cruzados ni en el simple ataque, sino que van a contribuir a la derrota de los candidatos del PRD. Entonces la suerte está echada. Y el PRD podrá cosechar su más grande derrota y momentáneamente ganará el PLD, pero la suerte del sistema de partidos está echada y debemos trabajar para lo nuevo. Y el PLD recibirá a todos los tránsfugas o viceversa, los que tienen precio o son tránsfugas se irán al PLD.
Y es claro que Hipólito Mejía no está midiendo el alcance de sus acciones porque su cultura política no se lo permite.
En el caso del PLD hace ratos que los principios y la ética de Bosch se fueron a piques, a tal punto y con tanto realismo que el propio Leonel dijo representar la corriente histórica del balaguerismo, entiéndase el conservadurismo, lo que arrastra la corrupción y la perversidad política.
Es claro que eso no puede mantenerse por mucho tiempo, pues eso genera y multiplica pobreza, atenta contra la dignidad humana, corroe los cimientos de la moral y degrada los valores esenciales de la familia y de la patria; eso, a su vez, genera violencia y un clima de permisividad al narcotráfico. Y las consecuencias son imprevisibles.
Todo ello tiene que generar lo nuevo, pues los pueblos no se suicidan y a mayor crisis, a mayor dolor, más próxima está la hora del parto.
En política hay cosas que no se ven y son más importantes y/o más turbulentas que las que se ven; en política hay días que valen por años y por décadas.
El descalabro del sistema va por buen camino; se descalabra solo.
Ahora, los hombres y las mujeres con sentido de patria, con fe en los valores y principios duartianos debemos unirnos para terminar de sepultar de una vez y para siempre a los malos dominicanos que históricamente han representado Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ulises Hereaux (Lilís), Rafael Leonidas Trujillo (Chapita), Joaquín Balaguer (Elito), Jorge Blanco, Leonel Fernández e Hipólito Mejía. Y que lo representa Miguel Vargas Maldonado y Vincho Castillo.
Lo que vemos en el PRD es apenas el comienzo del descalabro e igual lo del PLD, tan solo marca la ruta que llevará a ambos partidos a la crisis que debe parir un nuevo sistema de partidos en el país, con sentido ético y con voluntad de cambios profundos en la sociedad, tanto en lo político como en lo social y económico.
La descomposición moral corroe a ambos partidos y un pueblo que empieza a ver el horizonte de la política actual agotado, pero que requiere de un empuje de nuevas fuerzas sociales, nuevos actores políticos-sociales que asuman un liderazgo renovado y con moral ciudadana y patriótica.
El PRD va al despeñadero, pues las renuncias continuarán en todo el país porque la forma en que la cúpula que dirige esa organización no tiene miramientos para imponer caprichos e intereses de grupos; no hay respeto a las reglas de juego de la democracia interna ni a la sociedad misma; por eso defienden a los corruptos asociados. Pero igual los afectados internos no miden las consecuencias del desafío porque igualmente procuran intereses particulares. Son iguales en los despropósitos, pero no se respetan, la ambición es muy grande.
Miguel Vargas no respeta las reglas de la democracia y se impone, lo propio hizo Hipólito desde el poder y los suyos en su momento; solo que a Hipólito se le opuso Hatuey y eso no tuvo mayores consecuencias, pues no era factor de poder. Ahora están todos abajo, pero Miguel es factor de poder, o al menos esperanza de poder. Esperanza que se desvanece.
Miguel no debió reservarse tanta cuota de poder, pues debió entender que Hipólito fue presidente de la República y favoreció con la corrupción a muchos y eso lo hace un factor de poder nada despreciable a lo interno.
Miguel debió cuidar más su condición de Presidente electo por consenso y apostar a fortalecer un liderazgo democrático, respetando valores tradicionales de esa entidad política, la democracia, el derecho a elegir.
Hoy ya es tarde y el grupo de Hipólito preferirá hundir esa nave ante que permitirle a Miguel llegar a puerto seguro (el poder), de ahí que lo que se está viendo fue una guerra anunciada, pero Miguel como no es un general curtido en las artes políticas no ha podido ni podrá salir airoso de la misma. Con soberbia, arrogancia y prepotencia no se suma, con métodos antidemocráticos no se suma; y resulta que quien quiere llegar y/o mantenerse en el poder debe estar sumando siempre, de ahí que Leonel sea el nuevo padre del clientelismo político dominicano.
Veremos renuncias en cadenas, cada semana, de esto me enteré cinco días antes de la renuncia de Calderón. Sin embargo esa cúpula del PRD no hizo caso, simplemente dijo “que se vayan, quien se va pierde el horizonte y tendrá que volver o le pasa lo mismo que a Hatuey y todos los que se han ido”.
Pero vendrá, además, una ola de ataques contra los que se queden y con virulencia a los candidatos impuestos.
Los que se van no se quedarán de brazos cruzados ni en el simple ataque, sino que van a contribuir a la derrota de los candidatos del PRD. Entonces la suerte está echada. Y el PRD podrá cosechar su más grande derrota y momentáneamente ganará el PLD, pero la suerte del sistema de partidos está echada y debemos trabajar para lo nuevo. Y el PLD recibirá a todos los tránsfugas o viceversa, los que tienen precio o son tránsfugas se irán al PLD.
Y es claro que Hipólito Mejía no está midiendo el alcance de sus acciones porque su cultura política no se lo permite.
En el caso del PLD hace ratos que los principios y la ética de Bosch se fueron a piques, a tal punto y con tanto realismo que el propio Leonel dijo representar la corriente histórica del balaguerismo, entiéndase el conservadurismo, lo que arrastra la corrupción y la perversidad política.
Es claro que eso no puede mantenerse por mucho tiempo, pues eso genera y multiplica pobreza, atenta contra la dignidad humana, corroe los cimientos de la moral y degrada los valores esenciales de la familia y de la patria; eso, a su vez, genera violencia y un clima de permisividad al narcotráfico. Y las consecuencias son imprevisibles.
Todo ello tiene que generar lo nuevo, pues los pueblos no se suicidan y a mayor crisis, a mayor dolor, más próxima está la hora del parto.
En política hay cosas que no se ven y son más importantes y/o más turbulentas que las que se ven; en política hay días que valen por años y por décadas.
El descalabro del sistema va por buen camino; se descalabra solo.
Ahora, los hombres y las mujeres con sentido de patria, con fe en los valores y principios duartianos debemos unirnos para terminar de sepultar de una vez y para siempre a los malos dominicanos que históricamente han representado Pedro Santana, Buenaventura Báez, Ulises Hereaux (Lilís), Rafael Leonidas Trujillo (Chapita), Joaquín Balaguer (Elito), Jorge Blanco, Leonel Fernández e Hipólito Mejía. Y que lo representa Miguel Vargas Maldonado y Vincho Castillo.