domingo, 14 de marzo de 2010

LA FUERZA DE LA REVOLUCION EN EL DEBATE ELECTORAL

SE MATERIALIZA TACTICA DE LA CONFERENCIA NACIONAL “JUAN ALMEIDA”
A la luz del debate y las votaciones en eventos institucionales de nuestra organización, diseñamos una línea táctica para el presente momento electoral y social, la que sería aplicada, de cumplirse determinados requisitos. Esas condicionantes se han hecho presentes en varios lugares, y estamos procediendo a materializarlas en decisiones.

Posteriormente, determinadas señales presagiaban que, un sector de los que se opusieron y oponen a las decisiones mayoritariamente tomadas, podría intentar desafiar su implementación y legítima validez, y de que más allá de reflejar simples inconformidades, procederían en la práctica a condicionar y desvirtuar la concretización de lo acordado.
La dirección de este Partido, ha dado sobradas muestras de tolerancia y respeto del derecho de todos/as a expresar y canalizar adecuada y oportunamente su disensión, pero no puede permitir que se invierta el precepto de que la “minoría se subordine a las decisiones de la mayoría”, continuando con los funestos precedentes que, en el pasado anarquizaron la vida interna y permitieron feudos caudillistas a unos señores, que se entienden por encima de todas las normas, y amos de sus espacios.
Justo es decir, que no todos/as los/as que difieren de la política partidaria, han adoptado igual actitud. Aunque unos no pierden la menor oportunidad para hacer coro hasta con quienes en el fondo de sus entrañas -así hicieron creer- siempre habían despreciado, intentando validar la perversa tesis de “que el enemigo de tu enemigo es tu amigo”. Ahora se ven haciendo política con sectores que catalogaron hasta hace unos días como reformistas y neoconservadores, como antiizquierdistas.
Trabajan abrazados a críticos impenitentes de la combatividad de izquierda y dedicados en lo fundamental a la solución material de sus vidas, cosa tan ácidamente criticada cuando la endilgaban a sus propios camaradas de partido. A quienes así se comportan los enfrentaremos adecuadamente, y la vida, sin dudas, dirá la última palabra.
El Partido Fuerza de la Revolución se concentrará en la aplicación de su política, buscando el mayor acercamiento a las masas populares con las consignas más justas y avanzadas de la hora actual, las más acordes con las condiciones nacionales e internacionales de fuerzas.
En tal dirección se ha acordado pactar una diputación en el Distrito Nacional (Dr. Secundino Palacios), y quizás alguna otra candidatura menor en otros lugares del país. Hasta el momento, esto se ha llevado a efecto con diversos grupos menores, y de los partidos grandes, con el PRD.
No se ha tratado, aunque así se nos proponía, de un acuerdo nacional; incluso, vamos con boletas diferentes en una misma demarcación ora en lo congresual ora en lo municipal.
Entre el PRD como totalidad, y es válido para cualquier otro, y las fuerzas del MIUCA-ACCION POR EL CAMBIO, no existen coincidencias ni posibles acuerdos nacionales; se trata de algunas conveniencias mutuas y focales.
Convenientes a nosotros para potenciar la tentativa y posibilidad de alcanzar algunas representaciones; para ellos, conseguir limitar la amplitud o la victoria de su principal adversario sistémico, de cara a los intereses en juego en las elecciones presidenciales del 2012.
Así se han dado y dan las alianzas, los acuerdos, pactos y compromisos entre grupos dispares en lo político, lo programático y lo ideológico. Igual podemos decir de grupos minoritarios como el de Hatuey, Eduardo Estrella, Ismael Reyes, etc.; de quienes nos diferencian diametralmente la naturaleza disímiles de nuestros proyectos, y quienes guardan a la larga mayor afinidad con los Partidos tradicionales.
Pero, así de compleja es la vida política y la práctica, cuando queremos en verdad pasar del doctrinarismo y la enunciación etérea a la materialización de metas y algunos logros.
Todo el Partido, conjuntamente con los integrantes de la Unidad debemos irnos a las calles a llevar adelante lo convenido: algunas candidaturas coincidentes en específicos lugares geográficos y candidaturas 100% de izquierda en muchos otros. Es como si a la vez que desarrollamos la guerra, también implementamos la política de la diplomacia.
En todo lugar en que se desarrolle la campaña deben nuestros camaradas coordinarse con las demás fuerzas coincidentes para planificar, aplicar y cumplir con los planes acordados. Esto hacerlo con grandeza: unitariamente, con humildad y firmeza.
Debemos salir a expresarle a la gente en qué somos diferentes, a decirles quienes son los responsables de la tragedia nacional y qué acciones realistas puede emprender el Pueblo Dominicano para zafarse de este atolladero de sociedad injusta, desigual y antidemocrática.
Nadie esconde la naturaleza socialista y marxista de la organización, pero debe quedar claro que las condiciones REALES nos impiden proponer un proyecto de cambios y un programa que las clases populares no están todavía en capacidad de asumir ni echar adelante.
El grado de radicalidad dependerá de la fuerza de masas y de los niveles de conciencia alcanzados, no del deseo de una nanominoría de radicaloides asumiendo el papel de dirigentes de una clase y de un pueblo que no les hace caso.
Podría parecer petulante decir, que lo que ha impedido a la izquierda dominicana ir más allá de donde está no ha sido su grado de radicalidad, sino su incapacidad de UNIRSE A OTROS Y PRINCIPALMENTE AL GRAN PUEBLO. Quienes en una falsa pose de superevolucionarios quieren persistir que lo hagan, pero como decía Lenin, si quieren ir al pantano, sois libres de hacerlo, pero por favor, suelten nuestras manos.
Quede claro, aquí no hay fafas, ni guayubines, y a esa claque farsante y disparatosa que sonsaca, chatea, manda emails, desinforma y atenta, la vamos a aplastar si no cambian el curso de su funesta práctica y persisten en dañar la Fuerza de la Revolución, al MPD y al MIUCA-PCT.

FUNDAMENTOS PRINCIPALES DE LA DIRECCION NACIONAL Y APROBADOS EN LA CONFERENCIA, COMO BASE DEL DESARROLLO DE LA ACTUAL POLITICA TACTICA DEL PARTIDO
En tal sentido e intentando la mayor brevedad, apuntamos una serie de consideraciones:
No es discutible que las organizaciones revolucionarias establecemos políticas de acuerdos y compromisos durante el desarrollo. La historia mundial y nacional de los más importantes episodios revolucionarios lo confirman con abundantes pruebas y hechos.
A consecuencia de lo anterior, estos llamados compromisos se efectúan entre organizaciones diferentes, en ocasiones entre encarnizados adversarios.
El que los compromisos sean adecuados o no, entonces dependerá de la certeza del razonamiento y la percepción de que es lo pertinente, conveniente y necesario, en un momento determinado y dentro de unas específicas condiciones. Y será la vida la encargada de establecer su validez. En varias oportunidades la izquierda dominicana ha participado en elecciones y lo cierto es que sus resultados preocupan, en tanto que su nivel de incidencia social no se refleja proporcionalmente en sus votos. Pero más allá de ello, para ganar UNA POSICION ELECTORAL se hace necesaria una cantidad grande de votos, que derrote el clientelismo y el poder mediático, financiero, represivo de los adversarios, además de lo desigual y excluyente del proceso, convirtiendo esto, prácticamente en una proeza.
Fijémonos que asistimos a una contienda casi bipartidaria, en que todos los partidos fuera del binomio, si tienen representación es porque se han asimilado a uno de los grandes partidos del sistema cosa que desestimamos militantemente.
Lo que puede resultar en 2010 no parece que será distinto. La brecha de desigualdad competitiva que nos separa, lejos de estrecharse se agrandó y nos obliga a tender un puente de mayor longitud, que sólo puede ser construido con una relación de base con el pueblo en muchos años, relación que debemos asumir como nuestra línea de construcción, pero que evidentemente está torpedeada y limitada por los cambios subjetivos y objetivos que domestican la voluntad consciente de los grandes núcleos poblacionales; y postergan la tarea redentora a tiempos futuros impredecibles, pero que nada impide que para aproximarla presentemos algunos avances, nos relacionemos con masas democráticas aún cautivas y renovemos la confianza de la gente de que con la izquierda se puede.
Sin dejar de asumir ese inmenso trabajo de educación, de organización, de agitación y movilización de las masas, podemos dar un SALTO AHORA, que acelere y acerque nuestros objetivos, sin que ello lleve implícito en absoluto la perdida de independencia ni el perfil diferenciado de nuestro Partido ni de las fuerzas de la izquierda frente a los Partidos sistémicos.
Desde el ángulo de la sociedad formal, dos partidos capitalizan la simpatía electoral. Desde el ámbito de la lucha social y popular, la izquierda tiene que ser tomada en cuenta, más allá de su debilidad y desdibujamientos. Pero la realidad es que no es factible alcanzar éxitos electorales sin cambios importantes en la conciencia social popular, medidos, no en razón de las franjas de vanguardias con quienes nos vinculamos, sino en los enormes conglomerados de masas que no entienden nada de las diferencias de los llamados partidos del sistema de aquellos que no lo son, para muchos de ellos sumidos en la espantosa miseria y/o pérdida de perspectivas, los procesos electorales son oportunidades para agenciarse unos pesos.
El PLD es el partido de gobierno. Pero no es un aparato homogéneo ni de posiciones únicas, a su interior se manifiestan, aunque minoritarios, sectores progresistas, que dan continuidad a fundamentos ideológicos y disciplinarios de su conformación originaria. Ellos no deben ser ignorados por nosotros. Hay que establecer las debidas diferencias y abrir cauces de acercamientos.
El PRD, otrora gigantezca esperanza de las masas populares y combativas, está hegemonizado por las visiones más conservadoras de la socialdemocracia, y hasta podríamos afirmar que de esa doctrina queda muy poco, el empirismo pragmático y oportunista desalojó al sector de avanzada. Pero ahí están las masas de abril de 1965, 1978-82, y hasta del 84.
Si nos proponemos ACUERDOS ELECTORALES PUNTUALES con una o ambas de esas fuerzas, no es porque son BUENOS, NI ETICOS - REVOLUCIONARIOS. Si se llegara a algún compromiso sin entender esto que aquí decimos, incurriríamos en una desacertada acción política que tendría consecuencias graves sobre el presente y el porvenir de la organización.
¿En qué coincidía Lenin con los socialistas revolucionarios de Rusia, había cambiado el carácter imperialista y criminal de Alemania cuando hubo que pactar a fin de preservar la naciente revolución proletaria; y qué, sino un genocida era Chiang Kai-shek, cuando Maozedong, después de haberlo combatido durante tantos años y haber sufrido el pueblo chino miles de asesinatos, conformó junto a éste un frente nacional para enfrentar al imperialismo japonés que ocupaba a China?
“. . . Rechazar del modo más categórico todo compromiso con los demás partidos. . . toda política de maniobra y conciliación", dicen los izquierdistas de Alemania en el folleto de Francfort. Es sorprendente que, con semejantes ideas, esos izquierdistas no condenen categóricamente el bolchevismo. No es posible que los izquierdistas alemanes ignoren que toda la historia del bolchevismo, antes y después de la Revolución de Octubre, está llena de casos de maniobra, de acuerdos, de compromisos con otros partidos, ¡sin exceptuar los partidos burgueses! (Lenin)
Y al respeto insistía:
“No se puede triunfar sobre un adversario más poderoso sino mediante una extrema tensión de fuerzas y con la condición expresa de utilizar de la manera más minuciosa, más atenta, más circunspecta, más inteligente posible, la menor fisura entre los enemigos, las menores oposiciones de intereses entre las burguesías de los distintos países, entre los diferentes grupos o categorías de la burguesía dentro de cada país, tanto como la menor posibilidad de asegurarse un aliado numéricamente fuerte, aunque éste sea un aliado temporal, vacilante, condicional, poco sólido y seguro... Quien no ha comprendido esta verdad no ha comprendido nada del marxismo, ni, en general, del socialismo científico contemporáneo.
Quien no ha probado prácticamente, durante un periodo bastante largo y en situaciones políticas muy variadas, que sabe aplicar esta verdad en los hechos, no ha aprendido todavía a ayudar a la clase revolucionaria en su lucha por liberar de la explotación a toda la humanidad laboriosa. Y lo que se acaba de decir es válido tanto para la etapa que precede como para la que sigue a la conquista del poder político por el proletariado.” (Negritas del redactor)
15. Vemos cómo se han aplicado estos principios en el caso vietnamita:
“Podemos concluir, entonces, que el proletariado necesita establecer alianzas con otras clases y grupos sociales. Ello le permite reunir fuerzas para avanzar en el camino que lo conduce a la conquista del poder político.”
El oportunismo de derecha tiende a la unidad sin lucha y termina en la conciliación con la burguesía. El oportunismo de izquierda tiende a la lucha sin unidad y termina en el aislamiento sectario del proletariado. Sólo la unidad con lucha hace posible el avance del pueblo y de su dirección proletaria al mismo tiempo. Una de estas formas es el pacto político, que expresa el acuerdo a que se llega entre determinadas fuerzas políticas para realizar una o varias acciones conjuntas.
Otro ejemplo sería un acuerdo entre grupos políticos distintos para elegir candidatos comunes en una elección. En este caso se habla de pacto electoral.
Precisamente, un pacto electoral, es lo que estamos planteando para que sea asumido por este evento para hacer avanzar la revolución, para despegarnos del desfase.
¿Cómo puede nadie afirmar que si nuestro Partido y los demás de la izquierda y del movimiento social, popular e independiente alternativos, lográsemos concertar ADECUADOS Y CONCRETOS compromisos electorales, puntuales, con candidaturas que cumplen determinadas éticas y actitudes de principios, estamos perdiendo y no ganando?
Es una contradicción y una falacia decir que si cualquiera de nosotros o nosotras es electa en función de pactar un acuerdo puntual estamos comprometiendo nuestra ideología y renunciando a nuestras metas estratégicas.
La burguesía puede pactar y no renuncia ni a la explotación ni a su dominio de la economía, la sociedad y la política, por qué si pactan las fuerzas de izquierda habremos de renunciar a nuestras convicciones?
Estamos señalando que somos y continuamos siendo independientes, que los proyectos de sociedades y construcción de nación son distintos, pero no por ello es imposible concertar acuerdos, hacer algunas concesiones que no impliquen los principios. La historia está harta de demostrarlo, también la vida privada y personal.
No entender la hora que vive el mundo, en que luchamos por modificar el cuadro de fuerzas y no el de proponernos como cuestión inmediata la implantación del socialismo en todos los países, la expropiación de todo régimen de propiedad privada, ni la confrontación agresiva contra los EE.UU. y sus intereses, por qué entonces se nos interpela con un radicalismo verbal que nos marginaría aún más de jóvenes ( rockeros, reggetoneros, bachateros.).
Que nos separa de una clase obrera que, no se organiza en sindicatos ni en su partido de clases; aún más, que no tiene conciencia de pertenecer a una clase distinta a la que le explota.
El arte de la política es el de lograr posiciones, el de avanzar hacia el objetivo estratégico para ‘propinar el jaque mate’. Y para lograr tal objetivo tienen mucho que ver las disposiciones de las fichas sobre el tablero, vale decir, de nuestros hombres y mujeres en las organizaciones y espacios de la sociedad. Recordemos, que en ajedrez existe el gambito de peón, de dama; que lo único que no puede ser sometido a un gambito es el rey, porque este simboliza el objetivo estratégico y se perdería la partida.
Dotémonos de flexibilidad para hacer concesiones y proponer gambitos que nos abran flancos de ataque y entrampen al adversario político, que no personal.

*El gambito es el sacrificio de una pieza para adquirir una ventaja de posición táctica, que nos garantice el ataque y generalmente el triunfo de la partida.
En una ocasión, Lenin dijo lo siguiente, y esperamos que donde están utilizadas las palabras subrayadas ustedes coloquen las palabras que están en negritas.:
“Los hechos han confirmado la exactitud de la proposición que hice en oportunidad de la Conferencia democrática: el partido debe poner a la orden del día la insurrección armada (la participación y algunos acuerdos electorales). Los acontecimientos nos obligan a ello. La historia ha convertido, ahora, el problema militar (electoral) en el problema político fundamental. Temo que los bolcheviques (FR) olviden esto, absorbidos por los ‘problemas del día’, pequeños problemas corrientes, y ‘esperanzados’ en que ‘la ola barrerá a Kérenski”. (A Leonel y a Miguel)
Por último, camaradas, en estas decisiones se juega en buena medida el futuro inmediato de este país y de las fuerzas que estamos en el deber de contribuir a darle una dirección correcta a las fuerzas motrices del cambio progresista, democrático y revolucionario del país. Esta tarea requiere grandeza y ruptura con la teoría como dogma y no como guía. El doctrinarismo, el sectarismo, la unilateralidad, la subjetividad, la arrogancia radicaloide y pequeño burguesa, no son buenas consejeras.
Los pobres y las pobres de este país poco saben de nosotros y poco les importa lo que decidamos hoy, pero sin saberlo quizás, lo que podamos establecer colectivamente puede hacer cambiar en lo adelante la presencia, la incidencia y la percepción que sobre la izquierda o nuestros grupos tiene mucha gente.
Esta no es cuestión simplemente moral ni filosófica, es esencialmente política y tiene como centro la lucha por el Poder, el popular, el que debe crearse para hacer los cambios. Nuestro propósitos no son personales, porque en nuestra mayoría sabemos conscientemente que las oportunidades, de producirse, son para que unos/as muy pocos/as nos representen adecuadamente en los espacios comunitarios y congresuales.
No perdamos la oportunidad repitiendo una política que aún estamos por desalojar de nuestra fila y que nos costó en parte la división de nuestro Partido al dividir la población, tal y como lo dicen ciertos peledeístas, entre corruptos (todos los demás) y serios (nosotros). ¡Nada más desatinado y desacertado!
Si la pasión enceguece nuestra razón, pensemos en que nos atrevemos a dar la vida por los procesos de Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Colombia, El Salvador y otros; en que ellos hicieron y hacen lo que nosotros estamos proponiendo y algunos entienden que si lo hacemos, cometemos un acto bochornoso y desestimable. ¡Qué penosa contradicción!
Si actuamos como estamos proponiendo, casi tenemos la certeza de que se obtendrán frutos sanos y positivos para nuestras ideas, para el Partido, para la izquierda en general y muchos de los que piensan con temor nos sentiremos orgullosos de las metas alcanzadas.
Ya se perciben logros en el horizonte! Pero aún estamos a destiempo para hablar de ellos!!
14 de febrero de 2010