Estando en Santiago de Cuba para el Festival del Fuego una visita al Museo a Cielo abierto de Santa Ifigenia debía ir y estar algún momento con Compay Segundo en su morada eterna, y quiero compartir un poema publicado en mi libro Tempestades de mi Alma, publicado en el 2004, que recoge el eco de mi voz al saber de la partida de Don Compay.
Ay Compay!
He leído sobre tu partida
nadie ha de creerla, Compay
eres inmutable, perenne
la alegría, el son y la sonrisa
sobreviven a la muerte
y eso eras tú, cultura y son
este Caribe tuyo y mío
nos hizo alegre y solidario
unidos por el mismo mar
el mismo canto
tú y yo nos abrazamos a la mulata
bajo el son y el sol
y tú alzaste vuelo universal
y tu canto tuvo acento caribeño
y para inundar a todos en el globo
y con aquél sombrero tuyo
se cobijó tu voz
esparcida bajo todos los cielos
y lenguas y culturas
hoy, Compay, quién puede creer
que iniciaste viaje al infinito
si infinito eras tú
como el son y tu guitarra
y yo, hijo del Caribe
levanto la mirada
para rendir tributo
al ala de tu sombrero
y extiendo mi sonrisa en tu sonrisa
te levanto un monumento
en el aire anclando en los mares
me visto de Santiago
para recibir tus cenizas!
Julio 15, 2003.
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