Sobre las elecciones 2010.-H. Galván
Preámbulo
Escribí estas líneas para los jóvenes de
¡Ahora es!
No cabe duda de que este año electoral 2010 es un momento importante en la política dominicana. El desgaste moral, no así político, de los partidos del sistema se reelige por seis años más, profundizando las severas contradicciones que existen en nuestra sociedad en el medio de una crisis social, de identidad, de institucionalidad, de organización y de perspectivas.
Nunca como ahora se hacía tan necesario que los mejores dominicanos y dominicanas se organizasen para dar la pelea y ofrecer opciones límpidas de poder alternativo que comenzara a trillar un caminito, un caminito pequeño y angosto, que no aspirase a ser carretera de un sólo empujón, pero que se meta por dentro a las entrañas mismas de las lomas; por donde pase el burro con su carga a cuesta, por donde el niño pueda ir a la escuela, donde la casi madre camine rauda al hospital, y donde el párroco, el médico y la vendutera, puedan caminar de bohío en bohío a ofrecer su plegaria, cura o su maíz pela’o.
Un camino sencillo, de piedra y arcilla, pero un camino que sea comienzo, que se vaya puliendo con los pasos, ampliando lentamente con el pasar de los años y con su propia base. Un camino que las nuevas generaciones con su esfuerzo y pisadas puedan hacer más grande, convertirlo en carretera, después poco a poco, en autopista, por donde caminen a sus anchas los hombres y las mujeres del mañana, por un sendero de progreso, justicia y felicidad.
Pero ese caminito tenemos que emprenderlo hoy. Quizás esté ya hecho y no lo hemos visto por ver solamente el bosque. Quizás lo trillaron por esos montes y praderas nuestros antecesores y lo mojaron con su sangre y sólo haya que coger el machete y limpiarlo de tantos bochornos y de tanto broque y llevar mala. Quizás.
Se hace camino al andar.
Por cuarenta años más o menos ha habido abstención desde los sectores revolucionarios en las elecciones dominicanas; práctica inaugurada por el 14 de Junio en el 1963. La idea hecha carne se mantuvo hasta finales de los 70’s donde se rompió el embrujo, participando el Partido Comunista Dominicano PCD en la primera elección en 1978 y sacando 9, 828 votos. En las elecciones de 1982 cuatro organizaciones de izquierda obtuvieron alrededor de 33 mil votos, Unión Patriótica Anti-imperialista-UPA-, Bloque Socialista, el mismo PCD y el Movimiento Por el Socialismo-MPS, estos dos últimos se agruparon para crear un proceso de unidad interesante conocido como el Frente de Izquierda Dominicana, FID .
Durante los años 90s y principios de 2000 hubo también “experiencias” electorales que bien no dejaron gratos recuerdos, más bien frustraciones y malquerencias. El Movimiento Independencia Unidad y Cambio-MIUCA participó en las elecciones de 1994 obteniendo 22, 548 votos, mientras que diez años después en 2004, participó junto a
Sectores de la izquierda organizada en partidos, acudieron siempre a las elecciones con cierta presteza, pero sin apostar mucho a ella. Hubo fracasos notables (no en votos si no en trascendencia) como los del Padre Toño (1994), el de
Todavía es temprano, démosle tiempo al proyecto Alianza País que él está encabezando para poder evaluarlo con más justeza.
Pero todos sabemos que la izquierda partidaria de República Dominicana pocas veces ha participado en las elecciones con los pantalones bien puestos. Ha acudido como cuando vamos a una fiesta en que no nos han invitado y vamos con la preocupación que nos puedan delatar. Asistió siempre tarde, sin preparación y sin un plan electoral serio ni a largo plazo.
Por otra parte, diversos sectores en la izquierda dominicana han cuestionado y cuestionan las elecciones como método y la objetan. Participar o no sigue siendo una discusión permanente en el seno de nuestras organizaciones, como si con no participar le habremos hecho un daño al enemigo. ¿Cuál daño?
Lo cierto es que una gran parte de la izquierda dominicana no organizada, lo que se llama izquierda “social” o “cultural”, y yo agregaría la “académica”, también se ha mantenido al margen de las elecciones, objetándolas.
Sin embargo, durante los años de participación, la experiencia ha sido muy pobre, cometiéndose una y otra vez los mismos errores. Los resultados han sido decepcionantes, porque, al margen de los resultados, poco hemos aprendido a crear una cultura electoral que permita que la gente exprese su descontento en votos.
Durante las huelgas, manifestaciones y participaciones diversas de la izquierda, se aprecia la incidencia de las posiciones de izquierda y la supuesta incidencia de éstas, que sin embargo, nunca ha podido traducirse en propuestas concretas, y mucho menos en votos.
Lo real es que por mucho tiempo se ha apostado a lo electoral como algo en lo que hay que estar por estar, no por hacer un trabajo en serio. Mi experiencia en las elecciones de 2004 con Flores Estrella y de 2008 con Guillermo Moreno me lo demostró. Una parte de la izquierda sigue esperando la revolución armada al estilo cubano (aunque hayan pasado ya 50 años) que parece que no llegará. Todavía no hemos aprendido al parecer nada de los casos bolivianos, ecuatorianos, salvadoreño, venezolano y uruguayo, sólo por mencionar algunos.
Claro que hay que meterse con asco en las elecciones. La corrupción, la mediocridad, la delincuencia de estas “fiestas” son tan grandes, que casi ninguna persona seria les pone atención. Nosotros los sectores progresistas y revolucionarios le hemos puesto también muy poca atención a juzgar por nuestra total exclusión de los ayuntamientos, el congreso y los demás cargos electivos. Le hemos dejado el poder a los corruptos y nuestro pueblo ha pagado las consecuencias.
Pero hay que verlas como un escenario más de lucha. Son un espacio para promover la participación libérrima y consciente de la gente, para politizar sus demandas y para lograr posiciones que permitan acumular poder y cambiar la realidad.
Pero esta situación de miseria política nos impide mostrar un sólo ejemplo de un gobierno distinto. No hay un sólo referente en el país de cómo deberían administrarse las cosas, y precisamente esto se constituye en un limitante para avanzar políticamente. La gente conciente percibe a la izquierda como gente seria, luchadora, pero, jamás la ven como opción de poder.
La verdad no nos hemos atrevido lo suficiente como para ofrecer una propuesta seria y que perdure en el tiempo.
Atreverse
Claro que hay que atreverse, pero eso no es sinónimo de dar tumbes por doquier, dar palos a ciegas para ver que se nos pega el festín de barrilitos y subvenciones.
Atreverse es hacerlo bien, o al menos hacerlo y no embarrarse, es pasar por el pantano, tratando de mantener los pies lo más limpio posible, para poder recorrer después otros caminos menos lodosos sin dejar una huella de sucio y hedor.
Yo era el primer abanderado de las alianzas. Pero también soy el primer sorprendido por ellas.
Lo que creo es que sólo no podemos. Creo que debíamos (y deberemos) hacer alianzas profundas con los sectores golpeados con el modelo de subdesarrollo que se le ha impuesto al país. En primer lugar creía que había que provocar una gran alianza entre los sectores autoproclamados de izquierda, fundamentalmente sus partidos y sus movimientos, respetando las identidades y hasta sus miserias particulares.
Después de ahí, de conversar abierta y sinceramente, creía que esos partidos (que supuestamente están en esa alianza ahora mismo) debían pasar a crear la alianza con los sectores en lucha: con las feministas, con los campesinos, con los productores nacionales, con los ambientalistas, con los jóvenes, con las organizaciones comunitarias que trabajan temas tan diversos como VIH, adicción a las drogas, derecho a un techo, derechos sexuales y reproductivos, economía solidaria, derechos barriales, etc.
Honestamente creía que se iban a abocar a eso. A visitar sector por sector, casa por casa, para ofrecer una alianza horizontal, respetándonos todos, pero apuntando para un mismo blanco.
Ese es el camino largo, pero para mí es el verdadero.
Creía que una vez tocasen las puertas de cada organización, sector o ciudadano para ofrecerle la alianza, como primera condición, y sólo si fuere absolutamente necesario para poder adquirir el poder local en alguna demarcación donde las condiciones lo dieran, entonces pudiese pensarse en ofrecer alguna concesión al enemigo.
Pensaba que podía ser factible, en un punto muy concreto, llevar una candidatura conjunta, más no subordinada, que fuera a ganar en acuerdo con una parte del enemigo (para aprovechar sus contradicciones), pero eminentemente táctica. Pudiera aceptarlo, siempre y cuando los candidatos que lleve el enemigo en esa demarcación respondan a un mínimo de decencia y honestidad, lo cual es un atributo difícil de lograr, pero que creía se podría lograr en algún municipio o distrito municipal. Sería un movimiento táctico y dialectico siempre y cuando las condiciones estén a nuestro favor y no sea necesario hacer grandes condiciones al enemigo.
La idea que creía que se daría finalmente era la de un acuerdo condicionado en algunos puntos del país, siempre y cuando se negocie con dirigencias locales que fuesen relativamente independientes y que conserven algún nivel de prestigio y seriedad.
Sería un intento arriesgado para debilitar el enemigo, jamás para fortalecerlo. Me sorprendió finalmente otra cosa.
Pero nunca en la vida hubiese pensado correcto sentarse en la mesa de discusión con las cúpulas mafiosas de estos partidos del sistema, ni mucho menos pactar una alianza de carácter nacional, con todos los ribetes de subordinación del grande al chiquito. Sencillamente eso es querer llegar a la izquierda en caballo de la derecha.
Si estas fuesen las condiciones de las cúpulas de los partidos que lamentablemente deciden todas las candidaturas, entonces no había otro camino mas digno que el de comenzar de cero, así hiciera falta tropezar y caerse. Rechazar todo acuerdo con los enemigos políticos del pueblo.
“Ninguno sirve” “todos son iguales”
Y al parecer, estos errores, esta acción de diversionismo, que confunde, mezcla y advierte, desde los sectores que se suponían impolutos, no hace más que reforzar la idea de que ninguno sirve. Precisamente esa frase que continuamente escuchamos en el carro público, en la bodega y en la universidad, es la que realmente mantiene este sistema corrupto y delincuente. Como ninguno sirve, el pueblo, al que le han enseñado la impotencia como cultura, perderá sus esperanzas y cuando se cree que ya todo esta perdido, entonces nadie hará ningún esfuerzo para salvarlo.
Al contrario, nuestro papel en realidad es demostrarle al pueblo que aquí no todo está perdido, que no todos somos iguales y que los que destruyen el país son en realidad los menos, comparados con el pueblo trabajador y sano.
Lo que hay que infundirle a este pueblo, a diferencia de lo que hemos creído siempre, es una gran dosis de esperanza. Para infundir odios y temores está siempre presto el enemigo; la frustración pocas veces genera luz.
Al fin de cuenta, lo de ninguno, nos niega a nosotros mismos. Si no hubiera gente que sirva, entonces no estuviéramos nosotros mismos, que cada día somos más y más. Mostrarle el camino cerrado al pueblo, nos impediría a nosotros también avanzar.
Algunos sí
Nuestro deber es aportar algunos. Mostrarle a la gente que si hay camino y que no tiene que esperar mañana. Que no hay tiempo que perder por la patria.
Yo en lo personal y para estas elecciones conozco el caso de Darío Camilo, un luchador de toda la vida de Salcedo, candidato a síndico por esa comunidad, el de Víctor Bretón por Canca
Porque, si no hubiera algunos, es porque estamos fracasados. Precisamente nuestro papel es darle opción a la gente. Si no hay opciones es porque no hemos hecho nuestro trabajo bien. Y yo creo que lamentablemente ha sido así. Nosotros tenemos que hacer una gran autocrítica para ver en que hemos fallado en el camino de liberar a nuestro pueblo. También tenemos que ver con mejores ojos a quienes nos han dilatado e impedido el sueño con sus errores y desmanes.
¿Entonces qué debemos hacer?
No puedo negar que las aguas están revueltas; que la noche está bastante oscura y que no hay muchos caminos limpios que recorrer (por ahora). Quizás por nuestra edad (en
Nuestro trabajo entonces se ve limitado. Debemos seguir haciendo el trabajo concientizador que estamos haciendo a nivel nacional, tratando de unir los núcleos de jóvenes y gentes serias y honestas para el porvenir. Preparándonos bien para el corto plazo.
Para lo pronto identificar a esos algunos en los cuales confiar, darles nuestro calor si lo hacen bien, e ir preparándonos para contribuir más y mejor en la definitiva liberación de nuestro pueblo, distanciados de una vez por todas de los que pactan y nos embarran a todos.
Demás está dejar claro que ninguno de nosotros/as, por más loco/a que este, deberá dar un voto a los partidos del sistema o a sus secuaces. El PRD, el PLD, el PRSC y sus cancerberos deberán estar y están para siempre en nuestro zafacón de la historia. Quien le dé un voto a alguno de ellos o sus candidatos, definitivamente no está con nosotros.
Para nosotros, asumir definitivamente que no podemos esperar de otros, que tenemos que asumir ya la creación de una izquierda renovada y joven, capaces de echar andar los bueyes en el camino del futuro.
Con esperanza.
H. Galván